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Summary: Es como el Papa Francisco lo dijo: la Eucaristía "no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles.”

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Quiero continuar con un artículo que leí de una universidad en Santa Bárbara sobre la Santa Misa y sus implicaciones de curación para la persona adicta.

Existe una especie de subcultura de la adicción que tiene sus propios rituales; una red social informal con patrones de percepción, pensamiento, sentimiento y comportamiento que promueve el consumo excesivo de drogas.

Básicamente, se convierte en una forma de vida'

En tal estudio, un sentido sicológico de aislamiento parece ser una experiencia común para el adicto, incluyendo un sentimiento penetrante de soledad que muchos sintieron aún encontrándose rodeados de otras personas.

La droga escogida, incluyendo la pornografía, dice al adicto que eso es precisamente lo que el/ella necesita. Para mantener vivo ese escape de adicción, los afectados cierran sus corazones y mentes a todo lo demás

La asistencia a la Misa significa participar con otras personas en el culto divino, aun cuando no hayan conversaciones con otros allí presentes. Uno responde junto con los demás en las partes correspondientes y obedece a lo que dice la Seguna Lectura cuando pide, “expresen sus sentimientos con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando con todo el corazón las alabanzas al Señor.”

El mencionado estudio también hace énfasis en las palabras que repite la congregación antes de la Comunión. Antes de la recepción de la Eucaristía el sacerdote eleva la Hostia y dice: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el, el pueblo, añade, “– Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.”

Varios participantes expresaron específicamente una conexión de gratitud al sentirse capaces de expresar esas palabras. El autor del estudio notó que tal respuesta es significativa porque reconoce que nadie en la congregación – no importa su estilo de vida, enfermedad, nivel social, pecados actuales y errores - es digno del gran don de la Eucaristía, que en cada Misa se ofrece a todos los presentes como el verdadero regalo que es.

Es como el Papa Francisco lo dijo: la Eucaristía "no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles.”

Por supuesto, nuestra fe nos enseña - tal como el Catecismo de la Iglesia Católica lo dice - que "Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental,” (No. 1457), pero para quienes lo reciben en gracia, “La comunión acrecienta nuestra unión con Cristo (1391) y “La comunión nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión es "entregado por nosotros", y la Sangre que bebemos es "derramada por muchos para el perdón de los pecados". Por eso la Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin antes purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados; 1393.

Como ilustración en cuanto a ser protegidos del pecado mortal, en 1991, Mario Van Peebles dirigió una película sobre la vida en las calles, la cual encierra una escena mostrando a uno de sus caracteres mientras acepta drogas ilegales. Cuando esta escena se mostró en un teatro de Nueva York, un hombre en la audiencia se paró y hablándole a la pantalla gritó a viva voz, “Sólo di, ¡NO! hombre!”

El senor Van Peebles que estaba presente ese dia en el teatro, comentó que este fue uno de los mejores momentos de los que el fue testigo en su vida.

Finalmente, el estudio habla de una persona que no tenía miedo a la muerte y de otra que decía que la muerte y la resurrección son un proceso continuo que sigue a las muertes síquicas que ella había experimentado durante su adicción. Ella creía que la esperanza que había encontrado en su fe haría que todo se arreglara positivamente de alguna manera, aunque no supiera como iba a suceder.

“El que come de este pan vivirá para siempre.''

Esta expresión es muy rara; usada solo tres veces en la Biblia. La escuchamos la semana pasada y de nuevo este domingo. La única otra vez aparece en Génesis 3:22, cuando nos habla del árbol de la vida, que ofrecía el fruto de inmortalidad.

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