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Summary: Esta historia nos enseña que para poder ser usados por Dios uno tiene que estar en el lugar que él quiere que uno esté.

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“La historia no sirve para nada”, dijo uno de los estudiantes del seminario al terminar dos largos semestres de estudio de la historia del cristianismo. La historia, respondió el profesor, no sirve para nada si sólo se confina a fechas y eventos.

La historia sirve de mucho cuando se consideran los aportes que los personajes que en ella intervienen han dejado para la posteridad. La Biblia es el libro que registra la historia de los hechos de Dios a través del desarrollo de la historia humana. El apóstol Pablo, al amonestar a la iglesia en Corinto, señaló enfáticamente dos veces que la historia de Israel debía servirnos de ejemplo. Primero para “que no nos apasionemos por lo malo como lo hicieron ellos”, y segundo, para “advertencia nuestra, pues a nosotros nos ha llegado el fin de los tiempos.” 1 Co. 10: 6,11 NVI

Cada historia que registra la Biblia tiene el propósito de revelar la verdad y edificar la fe de los creyentes. La historia de hoy se ubica a finales del siglo I a.C. trata de una pareja Zacarías y Elisabet, y la cual encontramos en Lucas 1:5-25

1. Zacarías y Elisabet (v.5-7)

Zacarías en hebreo significa “El Señor se ha acordado”, y Elisabet, “Dios es mi plenitud”. Pertenecían a la familia de los sacerdotes, tenían un buen testimonio en cuanto a su conducta y obediencia al Señor, ambos eran de edad avanzada y no tenían hijo, ya que Elisabet era estéril. La observación de “edad avanzada” se refiere a Elisabet y al hecho de no tener hijos, ya que según Nm. 8:25, Zacarías debía tener menos de 50 años para estar aun en funciones.

Cerca de Jerusalén había una aldea en la cual vivían las familias sacerdotales, llamada Betfagé. Posible lugar de residencia de Zacarías.

2. Preludio al anuncio (v.8-10)

Hay ciertos datos concernientes al sacerdocio que son de vital importancia y realzan la obra de Dios en nuestras vidas, aunque no estemos apercibidos de ello. Estos datos tienen que ver con la manera cómo estaban organizados y aclaran el ejercicio del sacerdocio de Zacarías.

A la cabeza estaba el sumo sacerdote. Este tenía un asistente que era el comandante del templo encargado de las ceremonias y de la policía del templo. Había también 24 jefes de clase para cada semana. La semana iba de shabat a shabat durante la cual la clase de turno permanecía en los recintos del templo hasta terminar. Para asegurar que todos participaran en el servicio del templo a cada clase se le daba la oportunidad de ministrar durante una semana, por turnos y bajo las órdenes del jefe de la clase. Cada clase se subdividía en 156 secciones de 50 sacerdotes con sus respectivos jefes, una sección para cada día.

Siete sacerdotes estaban encargados de la vigilancia del templo así como de las llaves del templo. Tres sacerdotes estaban encargados de la tesorería y de la administración de los bienes del templo. Por ultimo estaba el jefe de los levitas los cuales tenían dos secciones: los cantores y músicos y los sirvientes.

Zacarías no era el sumo sacerdote, sino uno de los 8.400 que vivían en Jerusalén y sus alrededores. Pertenecía a la clase de Abdías, la cual era la octava. Como mínimo el servicio semanal ordinario en el templo ocupaba 300 sacerdotes y 400 levitas.

¿Por qué esto es importante? Solo 3 sacerdotes de cada clase eran empleados, por suerte, para: a) entrar y colocar el altar los carbones encendidos tomados del altar del holocausto, b) quitar las cenizas, c) derramar el incienso sobre los carbones y mientras lo hacía, interceder por el pueblo que estaba afuera. Esta era la parte más privilegiada de este servicio, y lo que le tocó a Zacarías hacer. Y por lo general solo una vez en la vida se disfrutaba de ella.

Esta ofrenda tenía lugar cada día en la mañana y en la tarde. Sobre un altar especial ubicado al fondo del santuario muy cerca del velo del Lugar Santísimo. El humo que salía del altar y el cual era visto por el pueblo, simbolizaba el ascenso y la aceptación de las oraciones delante de Dios. Por eso el anuncio se inicia con estas palabras: “Dios ha oído tu oración.”

3. El anuncio (v.11-17)

Este anuncio rompe con los 400 años de silencio profético. Liga el presente con el pasado y abre una nueva era para las revelaciones de Dios las cuales no serán más interrumpidas y se extenderán a la humanidad entera por el Espíritu Santo. Note que la revelación de Dios vino mientras la nube del incienso subía del altar y el pueblo se unía a la oración y la adoración, y el sacerdote Zacarías cumplía su oficio con dignidad y esmero.

La turbación de Zacarías no es confusión, sino la reacción ante la presencia inesperada de otra persona, no autorizada, para entrar en el lugar santo. “Tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo”, pueden significar dos cosas. Primero, Zacarías había pedido la bendición de poseer un hijo, posibilidad que se iba desvaneciendo por la edad ya avanzada de su esposa. Segundo, al igual que Simeón pedía a Dios que enviara la consolación a Israel.

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