La Fórmula De La Felicidad

La fórmula de la felicidad

Salmo 128

INTRODUCCIÓN

Siempre después de una boda los novios escuchan de labios de sus invitados unas frases muy comunes: “felicidades”; “que sean muy felices”. Es normal en todos desear que los desposados sean felices y lo es más aún en ellos; los novios desean ser felices. Pero viendo el mundo nos damos cuenta que son unos pocos los matrimonios que son felices; literalmente felices. ¿Cuál será el secreto de esos pocos? ¿Cómo lo lograron?, se preguntan algunos. Yo creo que hay una fórmula infalible para ser feliz en el matrimonio. Alguno me dirá: ¡mentira, cuento de chino de manila! En el matrimonio no se puede ser feliz. Pero si la hay. Y como al igual que ustedes, yo también deseo la felicidad de Mario y Miriam, quisiera brevemente pasarles el santo, el secreto, la fórmula a ambos.

I. Fórmula de felicidad. V.1

a. “Bienaventurado” v.1ª (dichoso, feliz) (todo: el público también)

b. El temor de Dios. v.1b (reverencia, respeto y confía en él)

c. Andar en los caminos de Dios. v.1c

Andar: vivir constantemente; no visitar; es la obediencia a Dios.

Camino: la vida cristiana, la vida que Dios desea. Dice la Biblia: “hay caminos que al hombre parecen derechos pero su fin es muerte.”

II. Resultados de la fórmula. V.2-3

a. Económicamente. V,2ª

1. Serás feliz; tendrás paz, sin miedo de los ladrones, sequías o tormentas que arruinen tu cosecha. No se promete la riqueza.

2. Será estable (te irá bien) hoy día la inestabilidad económica es el causante de muchos de los problemas familiares.

b. La esposa. V.3ª Vid con fruto: símbolo de donaire; bendición de Dios el tener muchos hijos. Es para el hombre motivo de orgullo; ella es una mujer productiva.

c. Los hijos. V.3b. Saludables y vigorosos.

III. Garantía de la fórmula. V.4

a. “He aquí”: de hecho; no hay duda.

b. “Así será”: seguridad; está probado.

c. “Bendecido”

CONCLUSIÓN

Mario y Miriam, yo sostengo que si la pareja vive constantemente en el temor de Dios, él los bendice, y los hace felices. En los momentos más difíciles de mi vida matrimonial, en los momentos de crisis económica, de incertidumbre y sufrimiento, me he dado cuenta que ha sido precisamente el producto de alguna desobediencia a Dios; que no temí a mi Señor; que me había salido del camino. Y al volver al camino, al temor de Dios, él me rescató y me tendió su mano.