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Summary: Debemos seguir a Jesús porque sólo él es el pan del cielo.

Un día Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Sus discípulos le dieron ciertas respuestas que habían recolectado diciendo que algunos pensaban que él era juan el bautista, otros que era otro profeta, en fin, la gente tenía ideas diversas acerca de Jesús.

Pero luego, Jesús les hizo una pregunta mucho más importante: “¿Y ustedes quién dicen que soy yo?” Lo que otros pensaran de Jesús pasaba a segundo término, pero lo importante era lo que pensaban los que caminaban, comían y vivían con Jesús. Tener un concepto correcto y preciso de quién es Jesús es de suma importancia para alguien que se considera un discípulo de Cristo.

Por eso este mes en nuestra serie “Jesús”, estamos explorando diversas imágenes de Jesús que nos provee el evangelio de Juan. A través de imágenes y figuras descriptivas, Juan nos ayuda a delinear nuestro concepto de Cristo para que vayamos profundizando en el conocimiento y entendimiento de la persona más importante a quién seguimos, de tal modo que al conocerlo más, le amemos más y nos sujetemos más a su señorío.

La semana pasada hablamos de Jesús como el Verbo o la Palabra, y hoy estaremos considerando otra imagen proveniente del evangelio de Juan que nos presenta a Jesús como el Pan de vida, abordada, principalmente, en el evangelio de Juan capítulo 6.

El pan es algo con lo que todos los pueblos del mundo nos podemos identificar. Todos los pueblos del mundo tienen alguna especie de pan. Aquí, los que somos yucatecos, cuando escuchamos la palabra pan, pensamos, quizá en una caliente y crujiente barra de pan francés recién salida del horno para comerla con un poco de queso de bola y su frijolito colado. Los que son de otras partes de México quizá piensan en un bolillo para una torta de tamal. Y así, no importa de dónde seamos, el pan es algo con lo que podemos relacionarnos y entender con facilidad.

En la cultura donde vivió Jesús, cuando hablaba de pan, la idea en la mente de su audiencia era un tanto distinta a la nuestra. El pan que conocían se parece más a una tortilla de harina, o bien algo muy parecido a lo que conocemos como pan árabe hoy día. Ese era el pan en los tiempos y cultura de Jesús. De hecho, hasta hoy día, en esa zona del mundo cuando pides un sándwich, te dan un pan árabe abierto por un lado y relleno de lo que quieras en tu sándwich.

Así que la figura del pan es algo muy cercano y cotidiano para todas las culturas del mundo y nos hace pensar en sustento, nos hace pensar en alimento, nos hace pensar en algo necesario para vivir. En fin, cuando Jesús dice que es el pan de vida, nos está diciendo algo que tiene que ver con la vida misma, la subsistencia básica de nuestras almas.

El capítulo 6 de Juan inicia presentándonos el tema del pan con la narración de la milagrosa alimentación de una gran multitud de más de cinco mil personas hecha por Jesús con tan solo cinco panes y dos peces. Las personas comieron y se saciaron con ese alimento y muchos quedaron aparentemente entusiasmados para seguir a Jesús.

Cuando Jesús se fue de ahí, casi sin previo aviso, aquellos seguidores entusiastas comenzaron a buscarlo. Nos dice el evangelio de Juan en el capítulo 6:25-27, Cuando lo encontraron al otro lado del lago, le preguntaron: —Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Jesús respondió con firmeza: —Les aseguro que ustedes me buscan no porque han visto señales, sino porque comieron pan hasta llenarse. Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Dios el Padre ha puesto sobre él su sello de aprobación.

Una gran multitud estaba siguiendo a Jesús, pero Jesús no se deja impresionar por meros seguidores entusiastas, pues conoce en verdad los corazones. Muchos de esos entusiastas seguidores estaban buscando a Jesús, pero no por las razones correctas.

Jesús los puso al descubierto. Por fuera parecían estar buscando a Jesús de corazón, pero en el fondo lo que había pasado es que habían comido hasta saciarse gratuitamente y pensaban que con Jesús siempre habría este tipo de atención a su estómago. Era como que te dijeran cada domingo después del culto hay buffete gratis para todos. ¿Creo que tendríamos casa llena? ¿No creen? La comida gratis es taquillera.

Podemos pensar: ¡Qué barbaridad con esa gente interesada! Pero tenemos que tener cuidado, porque nosotros podríamos ser semejantes. Ante la pregunta, ¿Por qué sigues a Jesús? ¿Cuál sería nuestra respuesta sincera?

Porque me hace sentir bien conmigo mismo. Porque quiero que me resuelva mis problemas. Porque voy aumentando mi círculo social. Porque hay buen ambiente. Porque me provee una red de clientes. Porque me da una buena reputación. Porque me da un ambiente sano para mi familia. Porque quiero ir al cielo. Porque mis papás me obligan.

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