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Summary: Jesús es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo

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Era un niño como de 9 años cuando mi familia fue invitada a pasar un día en el rancho de uno de mis tíos. Recuerdo que salimos muy temprano y después de un viaje no muy corto, llegamos al lugar.

Desde que llegué vi un carnero que estaba atado a un árbol y escuché que alguien dijo, “Este será nuestro almuerzo”. Conforme fueron pasando las horas, sólo escuchaba como este animal emitía un balido triste, como si supiera qué le iba a pasar. Cuando llegó el momento de prepararlo, recuerdo que nos acercamos a verlo, como niños de ciudad, y lo que ví no fue muy agradable.

Recuerdo que el vaquero tomó al animal lo colgó de sus patas traseras y lo degolló. Para algunas personas esa escena ha de ser muy común, pero para mí fue muy impactante. Y lo que más recuerdo aún, es que este animal, no peleó por su vida, no se arrebató, no dio coses, simplemente, se dejó matar.

Este evento vino a mi memoria cuando estaba preparando este sermón porque hoy estamos recordando la muerte de Jesucristo y en la Biblia se hace referencia a Jesucristo como el cordero.

En la Biblia generalmente cuando se hace referencia a un cordero se está hablando de un sacrificio. Alguien muere en lugar de otro.

En el caso de los primogénitos cuando el pueblo salió de Egipto, un cordero tuvo que morir para que con su sangre se tiñera el dintel de la puerta de cada casa y así el primogénito de la familia no muriera.

El profeta Isaías en el capítulo 53 también habla del siervo del Señor que fue llevado al matadero como un cordero y que

no abrió su boca (tal como vi a ese carnero esperar su muerte)

Y ya en el Nuevo Testamento, el apóstol Juan en su evangelio que hemos estado considerando todo este mes, nos reporta cómo Juan el Bautista señala a Jesús como el cordero de Dios en Juan 1:29 dice: Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!

Jesucristo es identificado en la Biblia como un cordero y esta identificación hace referencia directa a su muerte por el pecado. Por eso hoy al recordar el sacrificio del hijo de Dios consideraremos esta imagen que nos da el evangelio de Juan de Jesús como el cordero de Dios, como el cordero provisto por Dios para lidiar con nuestro más grande problema que es el pecado.

Pensar en el Cordero de Dios es pensar en la imagen de un cordero frágil e inofensivo que fue sacrificado por nosotros. Leer con detenimiento en los evangelios todo el evento de la crucifixión nos hace estremecer porque vemos al Cordero de Dios inofensivo, frágil, debilitado entregarse a sí mismo para ser humillado, escupido, maltratado, golpeado y finalmente crucificado, teniendo una muerte ignominiosa.

El tema de la muerte de Jesús, el cordero de Dios, es abordado por los cuatro evangelios porque es un evento central en la historia de la redención y hoy consideraremos el reporte de la cruz dado por Juan tanto en su evangelio en el capítulo 19 como en el libro de apocalipsis y encontraremos cuatro verdades acerca de Jesús como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Primero, Jesús es el Cordero que se entregó por nosotros.

Dice Juan 19:17-22: Jesús salió cargando su propia cruz hacia el lugar de la Calavera, que en hebreo se llama «Gólgota». Allí lo crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio. Pilato mandó que se pusiera sobre la cruz un letrero en el que estuviera escrito: JESÚS DE NAZARET, REY DE LOS JUDÍOS. Muchos de los judíos lo leyeron, porque el sitio en que crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad. El letrero estaba escrito en hebreo, latín y griego. —No escribas “rey de los judíos” —protestaron ante Pilato los jefes de los sacerdotes judíos—. Era él quien decía ser rey de los judíos. —Lo que he escrito, escrito queda —contestó Pilato.

En el mismo evangelio de Juan, en el capítulo 10, Jesús había dicho: “Yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar”. Y ahora en el capítulo 19, vemos la escena misma en la que Jesús está poniendo voluntariamente su vida.

Dice el texto en Juan 19 que Jesús salió cargando su propia cruz. Sabemos bien que esa cruz no era propia, no era merecida. Jesús no tenía por qué llevar esa cruz a cuestas, pero él decidió llevarla en obediencia al Padre. Él llevó su cruz para entregar sobre ella su vida por nosotros, los verdaderos culpables, los verdaderos pecadores.

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