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Summary: Tenemos un Pastor que nos ama, nos conoce y nos protege.

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De niño, mis padres me guiaron a memorizar salmos de la Escritura. Uno de los primeros Salmos que memoricé fue el Salmo 23, aquel que comienza: “El Señor es mi Pastor, nada me faltará”. Y a lo largo de mi vida, ha sido un Salmo muy recordado y usado por mí. Recuerdo, por ejemplo, que de niño, para el verano, mi familia pasaba dos o tres semanas en la playa en la casa de mis padres que estaba muy cercana a donde se realizaba un campamento cristiano.

Cuando había campamento a mí me gustaba quedarme en las instalaciones participando de las actividades hasta que tocaban la campana para irse a dormir (creo que como a las diez) pero, entonces, el problema comenzaba: tenía que ir solo desde el campamento a mi casa (como media cuadra), pero tenía que pasar por la puerta del cementerio.

Recuerdo que en la esquina había un foquito de luz muy tenue dejando toda la calle básicamente en penumbra. Así que, en aquellas noches, recordaba la lección aprendida: el salmo 23. Iba diciendo en la penumbra de la noche pasando por la puerta del cementerio, al paso más rápido posible, diciendo en voz alta: “El Señor es mi pastor...” mirando a alrededor. La verdad es que el miedo no se iba, pero cuando menos me distraía para llegar sano y salvo a mi casa.

El Salmo no es un conjuro, amuleto o talismán para enfrentar los peligros de la vida, pero sí es Palabra de Dios que nos enseña una gran verdad a través de imágenes vívidas de un pastor de ovejas que tiene un cuidado perfecto de su rebaño, y en él, se compara al pueblo de Dios con las ovejas y al Señor como el gran pastor que cuida, protege y dirige a su rebaño.

Como vemos, la imagen de Dios como el Pastor de su pueblo no es algo extraño en el Antiguo Testamento. Y al llegar el Nuevo Testamento encontramos esa misma imagen del Pastor y su rebaño, pero ahora señalando a Jesucristo como ese Pastor que cuida, protege y cuida a sus ovejas.

Este mes, en nuestra serie Jesús, hemos estado considerando diversas imágenes derivadas del evangelio de Juan que nos describen a Jesús de Nazaret. Hemos dicho que Jesús es la Palabra o el Verbo, que Jesús es el Pan de Vida y hoy consideremos la imagen de Jesús como el buen Pastor enfocándonos en el capítulo 10 del evangelio de Juan. Veremos que Jesús es nuestro Pastor y con él nada nos faltará.

En la Biblia a las personas como nosotros, necesitados de alguien que nos guíe, que nos proteja, que nos salve, que nos conduzca hacia el Padre, se nos compara con ovejas. Las ovejas son animales indefensos, víctimas fáciles de cualquier depredador. Incapaces de dirigirse a sí mismas. Por eso necesitan un pastor. Alguien que las guíe, las proteja y las atienda.

Los pastores y las ovejas en la cultura en el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento eran algo cotidiano y por eso no es de extrañar que para que se entendiera quién es y cómo es Dios en su relación con su pueblo, esta imagen de pastor y sus ovejas fuera empleada muchas veces en la Biblia. Tenemos, por ejemplo, el Salmo 23 del que hablábamos hace un momento.

Otro ejemplo es cuando, en el libro del profeta Ezequiel en el capítulo 34, Dios presenta una denuncia en contra de los que se suponían que debían conducir a Israel, su pueblo. Les llama “los pastores de Israel”, líderes, príncipes, sacerdotes, levitas, etc. todos aquellos que debían atender y cuidar a su pueblo, pero que, en vez de sacrificarse por el pueblo, se habían servido a ellos mismos a expensas del pueblo. Les dice, “Ustedes se beben la leche, se visten con la lana, y matan las ovejas más gordas, pero no cuidan del rebaño. No fortalecen a la oveja débil, no cuidan de la enferma, ni curan a la herida; no van por la descarriada ni buscan a la perdida. Al contrario, tratan al rebaño con crueldad y violencia. Por eso las ovejas se han dispersado: ¡por falta de pastor! Por eso están a la merced de las fieras salvajes”

Dios tenía gran enojo por los abusos cometidos por los pastores de Israel en contra de las ovejas. Por eso, en respuesta a esta situación Dios prometió algo impresionante, en Ezequiel 34:11-16 “Así dice el Señor omnipotente: Yo mismo me encargaré de buscar y de cuidar a mi rebaño. Como un pastor que cuida de sus ovejas cuando están dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las rescataré de todos los lugares donde, en un día oscuro y de nubarrones, se hayan dispersado…Yo mismo apacentaré a mi rebaño, y lo llevaré a descansar. Lo afirma el Señor omnipotente. Buscaré a las ovejas perdidas, recogeré a las extraviadas, vendaré a las que estén heridas y fortaleceré a las débiles, …las pastorearé con justicia”.

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