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Summary: Aprender es fundamental en el discipulado cristiano

Recuerdo que siendo niño le dije a mi papá que quería aprender a tocar acordeón. No recuerdo cuánto lo pedí o cómo lo pedí, pero todavía puedo recordar el día que mi papá descendió del avión de un viaje que había hecho a la Ciudad de México, trayendo un maletín grande color vino.

Recuerdo que me dijo: “esto lo traje para ti”. Y allí estaba...un acordeón azul hecho en Brasil. Al poco tiempo, comenzaron mis clases. Mi profesor fue don Francisco Zapata (padre y abuelo de la familia Zapata de nuestra iglesia). No tarde mucho en darme cuenta que esto del acordeón no era cosa fácil.

Había que abrir con fuerza el fuelle y los múltiples botoncitos eran un verdadero dolor de cabeza. En resumen, había que practicar bastante para poder tocar bien.

Para no hacerles larga la historia, después de un tiempo abandoné las clases de acordeón, y este instrumento comenzó a quedar arrumbado y empolvado…Hasta el día de hoy desconozco su paradero. Lo que sí sé, es que a larga, por no haber sido constante en practicar el perjudicado fui yo, porque perdí la oportunidad de tocar un instrumento musical. Quizá hubiera llegado a tocar con “Julieta Venegas” o los “Tigres del Norte”... o de perdido con los ángeles azules ¿quién sabe? ¿verdad?

Si no eres constante e intencional en algo que estás intentando aprender, no avanzas ni logras afianzar, a largo plazo, eso que deseas aprender. Esto también es cierto de nuestro discipulado.

En nuestro desarrollo como discípulos de Jesucristo y en la tarea de hacer discípulos sucede lo mismo. Un discípulo de Jesucristo, ha de CONOCER quién es Jesús, ha de SER en su carácter e identidad semejante a Jesús, y ha de HACER las cosas de la vida diaria como Jesús las hizo. Es importante que un discípulo de Cristo aprenda a ser y vivir como Jesús.

Es por eso que en nuestro acróstico ADAMI, que resume cinco acciones que como iglesia local consideramos fundamentales para el crecimiento de los miembros de la iglesia Shalom y de todos los que consideran esta comunidad como su iglesia, aparece esa segunda A que corresponde a Aprender.

Hemos visto ya la A de Adorar, y la D de Dar generosamente, y hoy nos toca abordar la tercera letra de nuestro acróstico ADAMI. La letra A, que corresponde a ser una iglesia comprometida para Aprender.

Con este compromiso queremos animar a todos los creyentes a tener un deseo constante de aprender de la Palabra de Señor, pero no sólo para acumular conocimientos y datos en la cabeza, sino para que las verdades de la Escritura se vuelvan vida y realidad en nuestros corazones.

Es decir, que nuestra manera de vivir y de ser, refleje que realmente estamos confiando en la Palabra de Dios. Esto es cierto, una cosa es decir lo que la Biblia dice y otra es hacer lo que la Biblia enseña. Hacia allá apunta el Aprender del ADAMI.

Y es que si podemos decir algo acerca de la iglesia de Cristo es que se ha sostenido por establecer una cadena de aprendizaje y enseñanza de generación a generación y de persona a persona. El aprendizaje es fundamental en la fe cristiana.

Como podemos ver en las instrucciones del apóstol Pablo a Timoteo en el capítulo 2 de Segunda a Timoteo 2:1-2:

Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús. Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros. (2 Timoteo 2:1-2).

La iglesia de Cristo a lo largo de la historia ha sido un proceso intensivo de aprender y enseñar a otros. El evangelio ha llegado a nosotros porque alguien aprendió fielmente el mensaje entregado y lo enseñó diligentemente a alguien más. Porque aprender la Palabra del Señor es la fuente de Crecimiento para el cristiano.

Tu y yo, como parte de esta iglesia local, somos parte de esa cadenita ininterrumpida que debe continuar. Debemos aprender y lo que vamos aprendiendo, lo debemos enseñar a alguien más. Esta es una cadena de discipulado que debe ser prioridad en nuestra iglesia.

Para poder crecer en tu relación con Dios y enfrentar los desafíos de la vida necesitamos estar bien alimentados. Necesitamos alimentar nuestras vidas de lo mejor de lo mejor, que es la Palabra del Señor.

Por eso hoy hablamos de la importancia de aprender intencionalmente lo que el Señor ha dicho en su palabra.

Lo que necesitamos para crecer, es en primer lugar, ser alimentados regular y sistemáticamente de la Palabra de Dios, porque no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Si queremos experimentar crecimiento necesitamos renovar un serio compromiso con un constante aprendizaje e incorporación a nuestra vida de los principios de la Escritura. Necesitamos ser una iglesia ADAMI, una iglesia que aprende.

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