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Summary: El Espíritu Santo garantiza nuestra herencia

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Herencia Garantizada

Intro: Ricardo Wittington, fundador de la Bolsa Inglesa, estaba muy preocupado cuando le entregaron su herencia. En realidad no le dejaron nada, sino un gato. Estaba preocupado porque en su pobreza no sólo tendría que cuidar de si, sino también al gato. Pero aun así se embarcó en busca de nuevos horizontes ultramar, llevando consigo al gato. Pero para su infortunio, la embarcación en la que viajaba fue sorprendida por una tormenta y encalló en una isla habitada por una etnia desconocida. Los ingleses se estaban preparando para hacer frente a los nativos que no se estaban mostrando muy amigables. Entre tanto, el gato estaba muy ocupado cazando ratones, puesto que en esa isla, estos roedores eran una verdadera plaga. Cuando por fin se dio el encuentro inevitable, los nativos al ver al gato (animal desconocido para ellos) teniendo a sus pies un montículo de roedores muertos, interpretaron los eventos como la visita de un dios con su séquito y dieron a los europeos el trato digno de los emisarios del dios gato que vino a aliviar sus vidas que eran atormentadas por los roedores. Como ofrenda al dios gato, entregaron a los europeos valiosas joyas y oro. Con el botín obtenido, Ricardo Wittinton, el propietario del gato, inició la bolsa Inglesa a su regreso a Londres y llegó a ser un hombre muy rico…gracias a su inusual herencia.

Las herencias…son un tema clásico en la historia y en la literatura. Las herencias pueden ser una verdadera bendición o a veces, una maldición. Algunas familias se destruyeron a partir del momento en el que se leyó el testamento o a veces, por la falta del mismo. En fin, las herencias pueden ser algo maravilloso o una catástrofe personal.

Quizá has experimentado en carne propia lo que estamos comentando. Pero indistintamente de tu experiencia previa con las herencias, hoy quiero hablarte de una herencia que es muy distinta a todas las demás.

El apóstol Pedro habla de esta herencia en su primera epístola en estos términos: 1Ped. 1:3-5: “¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos”

En verdad la exclamación inicial del apóstol es muy apropiada. “Alabado sea Dios” porque ha tenido misericordia de nosotros. Por esa gracia, por esa misericordia mediante la obra de Jesucristo nos ha dado una vida nueva. Nos ha hecho renacer en una nueva familia. Tenemos parte en esa familia, la familia de Dios.Ese hecho quedó marcado cuando Jesucristo resucitó de entre los muertos. Su vida perfecta y su sacrificio en la cruz fueron aceptados y gracias a ese hecho, hoy gozamos de esta nueva esperanza viviendo como hijos e hijas de Dios.

Pero hay más, por su gracia tenemos una herencia como hijos. En otros pasajes se nos llama “coherederos” con Cristo. Esta herencia es totalmente diferente a cualquier herencia que pudieras esperar. Pedro dice que esta herencia es indestructible, es incontaminada e inmarchitable. Esta herencia consiste en un nuevo orden cósmico, donde no hay más pecado, más dolor, más lágrimas, donde reina la paz, donde todos hacen la voluntad de Dios sin titubeos ni excepción. La Biblia lo llama,,los cielos nuevos y la tierra nueva…la Biblia lo llama “El Reino de Dios”. Esta es nuestra herencia. Una eternidad glorificando a Dios y gozando de él para siempre.

¡Qué maravilloso! Cualquier cosa que pudieras heredar en esta vida no se compara con lo sólido, seguro, extraordinario que aguarda aquellos que confían en Jesucristo.

Pero hay un detalle, esta herencia está reservada aun en el cielo. Es decir, que no podemos hacerla efectiva hoy mismo, sino que aguarda para que la recibamos completamente al final de los tiempos. ES nuestra, pero todavía no la podemos experimentar en plenitud.

Ilustra: Recuerdo muy bien ese día cuando mi tía Rut Madera me llamó a su oficina. Yo apenas acababa de cumplir 18 años y me dijo: “Quiero que seas el albacea de mi testamento, ahora que eres mayor de edad ya puedes serlo”. Acto seguido me dio una relación de disposiciones de cómo quería repartir sus bienes y quienes serían sus herederos. Más adelante hicimos los trámites legales y así quedó asentada su ultima voluntad. Pasaron muchos años desde entonces hasta el día en que el testamento fue leído ante sus herederos. Aunque yo ya sabía en qué consistía la herencia y quienes eran los herederos, no disfruté de la plenitud de esa herencia sino hasta que se hizo efectivo el testamento.

Así también nosotros, podemos hoy saber que tenemos una herencia, podemos saber que somos herederos, pero aun no gozamos de la plenitud de nuestra herencia; todavía no ha llegado el tiempo de hacer efectivo el testamento. Tenemos que esperar, hay que tener paciencia…

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