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Factor Miedo – Parte 3 Series
Contributed by Joshua Pinto on Apr 15, 2005 (message contributor)
Summary: El temor al fracaso tiene que ver más con el no alcanzar los estándares (las metas) que nosotros mismos nos ponemos. El temor al fracaso fluye de la falsa creencia que dice: “Tengo que alcanzar ciertas metas, para poder sentirme bien con mi mismo”.
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Factor Miedo – Parte 3
Moisés, temor al fracaso
El día de hoy vamos a hablar acerca de como vencer el temor al fracaso.
El temor al fracaso es diferente que el temor al rechazo, que fue lo que hablamos la semana pasada.
Por que el temor al rechazo tiene que ver con como la gente se siente con nosotros (el ¿Que dirán? de los demás).
Mas sin embargo, el temor al fracaso tiene que ver más con el no alcanzar los estándares (las metas) que nosotros mismos nos ponemos.
El temor al fracaso fluye de la falsa creencia que dice: “Tengo que alcanzar ciertas metas, para poder sentirme bien con mi mismo”.
La gente que no le tiene temor al fracaso, no le tiene miedo al fracaso porque ellos siempre tienen éxito, ellos no le tienen miedo al fracaso porque sus estándares están muy bajos. A ellos no les interesa.
La persona que tiende a tenerle temor al fracaso, es una persona que es competidora con estándares altos, o un perfeccionista con ideas nobles.
Tendemos a tenerle temor al fracaso si hemos experimentado fracasos en el pasado y le tenemos miedo a la repetición del dolor.
El temor al fracaso puede tener consecuencias muy dañinas; porque el temor al fracaso cohíbe la visión y limita amistades.
El temor al fracaso roba fe. El temor al fracaso elimina emoción y entusiasmo.
El temor al fracaso entorpece (hinders) personalidades, El temor al fracaso restringe talentos, y porque no decir el temor al fracaso desagrada a Dios.
El temor al fracaso, es la evidencia de la falta de Confianza y egocentrismo.
2 Timoteo 1:7 “7Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (NVI)
No puedo pensar en nadie más que pueda ilustrar la lucha de vencer el temor al fracaso mejor que Moisés.
Por cuarenta años Moisés había cuidado ovejas en Madián, y parecía que estaba bien contento con su vida.
Ya no necesitaba el apruebo de nadie, porque al fin de cuentas el lo busco una vez y fracaso.
El estaba tan confortable donde se encontraba, que no quería ser molestado.
Por esa razón cuando Dios lo desafió a ser un libertador, Moisés trato de esquivar el llamado. Por que tenía temor al fracaso.
El día de hoy, miremos la historia de Moisés y aprendamos algunas lecciones que algunos de nosotros necesitamos escuchar acerca de cómo vencer el temor al fracaso.
Éxodo 3:1-4:18 “ 1 Un día en que Moisés estaba cuidando el rebaño de Jetro, su suegro, que era sacerdote de Madián, llevó las ovejas hasta el otro extremo del desierto y llegó a Horeb, la montaña de Dios. 2 Estando allí, el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía, 3 así que pensó: ¡Qué increíble! Voy a ver por qué no se consume la zarza. 4 Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: ¡Moisés, Moisés! Aquí me tienes respondió. 5 No te acerques más le dijo Dios. Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa. 6 Yo soy el Dios de tu padre. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Al oír esto, Moisés se cubrió el rostro, pues tuvo miedo de mirar a Dios. 7 Pero el Señor siguió diciendo: Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias. 8 Así que he descendido para librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país, para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, tierra donde abundan la leche y la miel. Me refiero al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. 9 Han llegado a mis oídos los gritos desesperados de los israelitas, y he visto también cómo los oprimen los egipcios. 10 Así que dispónte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo. 11 Pero Moisés le dijo a Dios: ¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas? 12 Yo estaré contigo le respondió Dios. Y te voy a dar una señal de que soy yo quien te envía: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me rendirán culto en esta montaña. 13 Pero Moisés insistió: Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes. ¿Qué les respondo si me preguntan: ¿Y cómo se llama? 14 Yo soy el que soy respondió Dios a Moisés. Y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: Yo soy me ha enviado a ustedes. 15 Además, Dios le dijo a Moisés: Diles esto a los israelitas: El Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado a ustedes. Éste es mi nombre eterno; éste es mi nombre por todas las generaciones. 16 Y tú, anda y reúne a los ancianos de Israel, y diles: El Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: ‘Yo he estado pendiente de ustedes. He visto cómo los han maltratado en Egipto. 17 Por eso me propongo sacarlos de su opresión en Egipto y llevarlos al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. ¡Es una tierra donde abundan la leche y la miel! 18 Los ancianos de Israel te harán caso. Entonces ellos y tú se presentarán ante el rey de Egipto y le dirán: El Señor, Dios de los hebreos, ha venido a nuestro encuentro. Déjanos hacer un viaje de tres días al desierto, para ofrecerle sacrificios al Señor nuestro Dios. 19 Yo sé bien que el rey de Egipto no va a dejarlos ir, a no ser por la fuerza. 20 Entonces manifestaré mi poder y heriré de muerte a los egipcios con todas las maravillas que realizaré entre ellos. Después de eso el faraón los dejará ir. 21 Pero yo haré que este pueblo se gane la simpatía de los egipcios, de modo que cuando ustedes salgan de Egipto no se vayan con las manos vacías. 22 Toda mujer israelita le pedirá a su vecina, y a cualquier otra mujer que viva en su casa, objetos de oro y de plata, y ropa para vestir a sus hijos y a sus hijas. Así despojarán ustedes a los egipcios. (Éxodo 4) 1 Moisés volvió a preguntar: ¿Y qué hago si no me creen ni me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: El Señor no se te ha aparecido? 2 ¿Qué tienes en la mano? preguntó el Señor. Una vara respondió Moisés. 3 Déjala caer al suelo ordenó el Señor. Moisés la dejó caer al suelo, y la vara se convirtió en una serpiente. Moisés trató de huir de ella, 4 pero el Señor le mandó que la agarrara por la cola. En cuanto Moisés agarró la serpiente, ésta se convirtió en una vara en sus propias manos. 5 Esto es para que crean que yo el Señor, el Dios de sus padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me he aparecido a ti. 6 Y ahora ordenó el Señor, ¡llévate la mano al pecho! Moisés se llevó la mano al pecho y, cuando la sacó, la tenía toda cubierta de lepra y blanca como la nieve. 7 ¡Llévatela otra vez al pecho! insistió el Señor. Moisés se llevó de nuevo la mano al pecho y, cuando la sacó, la tenía tan sana como el resto de su cuerpo. 8 Si con la primera señal milagrosa no te creen ni te hacen caso dijo el Señor, tal vez te crean con la segunda. 9 Pero si no te creen ni te hacen caso después de estas dos señales, toma agua del Nilo y derrámala en el suelo. En cuanto el agua del río toque el suelo, se convertirá en sangre. 10 Señor, yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra objetó Moisés. Y esto no es algo que haya comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este servidor tuyo. Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar. 11 ¿Y quién le puso la boca al hombre? le respondió el Señor. ¿Acaso no soy yo, el Señor, quien lo hace sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita? 12 Anda, ponte en marcha, que yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir. 13 Señor insistió Moisés, te ruego que envíes a alguna otra persona. 14 Entonces el Señor ardió en ira contra Moisés y le dijo: ¿Y qué hay de tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él es muy elocuente. Además, ya ha salido a tu encuentro, y cuando te vea se le alegrará el corazón. 15 Tú hablarás con él y le pondrás las palabras en la boca; yo los ayudaré a hablar, a ti y a él, y les enseñaré lo que tienen que hacer. 16 Él hablará por ti al pueblo, como si tú mismo le hablaras, y tú le hablarás a él por mí, como si le hablara yo mismo. 17 Pero no te olvides de llevar contigo esta vara, porque con ella harás señales milagrosas. 18 Moisés se fue de allí y volvió a la casa de Jetro, su suegro. Al llegar le dijo: Debo marcharme. Quiero volver a Egipto, donde están mis hermanos de sangre. Voy a ver si todavía viven. Anda, pues; que te vaya bien le contestó Jetro.” (NVI)