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Summary: Iglesia anímate y persevera.

En el verano de 1993, viajé a la ciudad de Jackson Mississippi para estudiar un curso de inglés para estudiantes internacionales como un requisito para mi ingreso al Seminario Reformado. Tenía apenas un año de casado y en ese momento, mi esposa Delia, no podía viajar conmigo, sino nos reuniríamos dos meses después en Orlando, Florida ya para el inicio del primer semestre de mis estudios teológicos.

Era la primera vez para mí de estar viviendo lejos de mi entorno social, familiar y cultural. Aunque había estado de visita en otras ocasiones en los Estados Unidos, esta era la primera vez para mí que tendría la experiencia de vivir allá con todo lo que implicaba.

Me dediqué a estudiar mi curso diligentemente y me mantenía ocupado durante la semana, pero al llegar el fin de semana y al reducir el ritmo de vida comenzaba la nostalgia. Extrañaba a mi esposa, a mis padres, a mis hermanos de sangre y a mis hermanos en la fe. Los domingos, particularmente, eran un poco difíciles, pues de estar acostumbrado a que fuera un día de mucho contacto con personas, me la pasaba básicamente solo. La manera de comunicarnos, en ese entonces, era sólo por medio de llamadas telefónicas y cartas enviadas por medio del servicio postal que tardaban como dos semanas en llegar de extremo a extremo.

Recuerdo que un domingo en particular en el que me encontraba muy de capa caída en mi ánimo, fui a revisar mi casillero de correspondencia y para mi sorpresa encontré una carta. La tomé con emoción y la abrí rápidamente. Era una carta a mano escrita por mi padre. Aunque fue un poco complicado leer sus jeroglíficos (porque le hacía honor al gremio médico en ese respecto) fue una experiencia muy alentadora. En esa carta se dejaba ver su orgullo paternal de que estuviera estudiando en un seminario y me animaba con palabras muy alentadoras para esforzarme en mi preparación para el servicio de Cristo. ¡Esa carta cambió mi día y mi actitud durante ese tiempo complicado!

¿Te ha pasado algo así? ¿Has recibido algún mensaje de alguien importante para ti que te ha animado, desafiado, estimulado en un momento difícil? Sin duda, los mensajes de ánimo provenientes de personas especiales para nosotros se hacen necesarios en los tiempos difíciles.

Seguramente, esta fue la experiencia de los creyentes en Cristo de una ciudad llamada Esmirna que estaban pasando un momento muy difícil de persecución y sufrimiento por causa de su fe en Jesús. Y allá en el libro de apocalipsis se encuentra registrado el mensaje que Jesucristo mismo le envió a esta iglesia perseguida, que debió ser un gran bálsamo y aliciente para perseverar en medio de las tribulaciones.

Este mes, en nuestra serie, Exhortados, estamos explorando los mensajes que Jesucristo le envió a diversas iglesias de Asia Menor en los tiempos del apóstol Juan, de los cuales podemos recibir grandes exhortaciones para nuestras vidas como comunidad de gracia contemporánea.

Estaremos explorando la porción bíblica que se encuentra en Apocalipsis 2:8-11y sin duda, seremos exhortados a perseverar en la fe aunque estemos sufriendo por causa del evangelio de Cristo.

Esmirna era la ciudad más bella en Asia menor y un centro para la ciencia y la medicina. Era llamada la “corona de Asia” y corresponde con la actual ciudad de Izmir en Turquía. En el tiempo del imperio romano, Esmirna siempre manifestó una lealtad intensa a Roma que resultó en un culto fuerte al emperador como un dios. Además, en el tiempo de Juan, había la presencia notoria de judíos radicales que estaban en contra del grupo creciente de cristianos en esa ciudad. Esto hizo que la persecución religiosa fuera una realidad para los albores de la iglesia en Esmirna.

Apocalipsis 2:8 dice: »Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna: Esto dice el Primero y el Último, el que murió y volvió a vivir.

Esta es la introducción al mensaje o carta a la iglesia de Esmirna y se nos presenta quién es el remitente. Se nos dice que el autor de este mensaje es aquel que es “el primero y el último” y el que “murió y volvió a vivir”. Estas frases señalan inequívocamente a Jesucristo. Lo sabemos principalmente porque nos apunta a su muerte y resurrección, que son los eventos centrales de la historia de redención.

Jesucristo murió y volvió a vivir, murió y resucitó, y por ejemplo, en el libro de los hechos, cada vez que el mensaje del evangelio es presentado, encontramos invariablemente estos dos eventos juntos, su muerte y resurrección, como parte esencial de este poderoso mensaje. Así que el que habla, del que vienen estas palabras es Jesucristo mismo.

Pero hay algo también importante en esta introducción del remitente y es que se le llama: “El primero y el último”. Esta frase en el Antiguo Testamento es usada para referirse a Dios mismo. Por ejemplo en Isaías 44:6 dice: »Así dice el SEÑOR, el SEÑOR Todopoderoso, rey y redentor de Israel: “Yo soy el primero y el último; fuera de mí no hay otro dios.”

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