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Summary: La mejor inversión es enseñar a la siguiente generación

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Estás a Tiempo: Enseñar

Intro. Todos hemos recibido enseñanza y ejemplo de personas que Dios ha puesto en nuestras vidas. Generalmente, de nuestra familia es de quien recibimos la mayor influencia. Nuestra familia influyó fuertemente para que adoptáramos hábitos, costumbres, maneras de relacionarnos, preferencias, etc. Nuestra familia, seguramente también nos inició en cierta manera de pensar que hasta la fecha sostenemos.

No estamos diciendo que nuestra familia determina quiénes somos, pero sí hay que reconocer cuán influyente fue y ha sido para que nosotros tomáramos decisiones hacia un lado o hacia otro.

Si miras atrás en tu vida, siempre verás a personas que impactaron tu vida y que con la interacción con ellas, tu corazón fue tomando decisiones que te han forjado y te han llevado hasta el punto donde estás hoy. Siempre la relación con otras personas es catalizador de ajuste, cambio o firmeza en nuestras vidas.

Yo tuve el privilegio de crecer en una familia cristiana. Desde muy pequeño, la vida familiar giraba alrededor de Dios. Iglesia, amigos, diversión, vida familiar, todo era consistentemente vivido a través de una perspectiva cristiana de la vida. Llegó el tiempo de empezar a decidir acerca de asuntos de fe. Aunque hubo momentos de duda y lucha, lo que me ayudó mucho es que mis padres y la generación que me precedía me habían conducido a una relación con Dios a través de sus enseñanzas y su ejemplo. Doy gracias a Dios, por la generación anterior a la mía que supo invertir en mi vida y en la de muchos otros como yo, para que conociéramos a Dios y esto afectó trascendentalmente nuestras vidas.

Hoy somos la generación que está desarrollando una relación con Dios. Quizá nadie en tu familia, antes que tú, habían estado interesados en una relación con Dios. Lo estamos conociendo, hemos disfrutado de sus bendiciones. Lo hemos visto obrar en nuestras vidas y en las vidas de otros. Algunos de nosotros estamos muy apasionados con nuestra relación con Dios.

En los tiempos bíblicos, también hubo una generación igual de apasionada con Dios, esa fue la generación de Josué, quien fue el sucesor de Moisés dirigiendo al Pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Josué y toda su generación dijeron: yo y mi casa serviremos al Señor.

Nosotros hemos tomado o estamos tomando decisiones similares para nuestras propias vidas y familias. Pero no podemos quedarnos allí, tenemos que pensar más allá de nuestra generación. Debemos pensar en el legado de fe que dejaremos para la siguiente generación. Si no, nos puede pasar como le pasó a la generación de Josué con respecto a la generación que les siguió.

Nos dice el libro de Jueces en el capítulo 2:8-10ª: “Josué hijo de Nun, siervo del SEÑOR, murió a la edad de ciento diez años, y lo sepultaron en Timnat Jeres tierra de su heredad, en la región montañosa de Efraín, al norte del monte de Gaas. También murió toda aquella generación,

Esto que le pasó a Josué y a toda su generación (es decir, morir) es algo que podemos esperar que nos pase también a nosotros…¿no creen?

Tenemos que reconocer que no siempre estaremos por aquí. Toda esa generación de Josué y sus contemporáneos pasó. Si el Señor no regresa antes, lo mismo ocurrirá con la nuestra. Esta es una realidad ineludible. A muchos no nos gusta hablar o pensar en esto, pero no por eso no va a ocurrir.

Hay ciertos atisbos de esta realidad, que los años están pasando y más pronto de lo que crees ya no estaremos aquí: Por ejemplo, si conociste el “mimeógrafo”, el Long Play o acetato, si te apasionaba la música de Menudo, si veías disneylandia en tu televisión sin control remoto, si pensabas que los hornos de microondas eran televisiones, si leíste alguna vez memín pinguín, Si veías a Jacobo Zabludovsky dando las noticias con sus audífonos grandotes, etc.

Son pequeñas señales de que hemos recorrido ya bastantes años, unos menos y otros más, pero nuestras generación comienza a declinar. No siempre estaremos aquí.

Sabiendo que no siempre estaremos aquí, entonces debemos aprovechar el tiempo mientras estamos, para impactar a la siguiente generación. Para dejar nuestro legado de fe a la siguiente generación.

Porque si no nos abocamos a la tarea, nos puede pasar la tragedia que le ocurrió a la generación de Josué: v. 10b : “Y se levantó después de ellos, otra generación que no conocía a Dios, ni la obra que él había hecho por Israel”

Nada sería más trágico para nuestra generación, que la generación que nos siga no reciba el legado de fe de la nuestra.

Las consecuencias de que esto ocurra, son igual de trágicas:

1. v. 11-12: “Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales. Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron, y provocaron a ira a Jehová”

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