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Summary: El apostol Juan nos habla del amor de Dios. ¿Lo hemos experimentado en nuestra vida?

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En el amor no hay temor

Un francés, un inglés, un norteamericano y un cubano estaban comparando notas, hablando de diferentes cosas. El tema llegó a lo que cada uno consideraba ser verdadera felicidad.

—Ser feliz, ser verdaderamente feliz —dijo el norteamericano—, es llegar a casa y que la comida esté esperando servida a la mesa, tomar un buen periódico y sentarse frente a la televisión a ver el partido de béisbol el lunes por la noche...

—No —interrumpió el inglés—, verdadera felicidad es llegar a casa, ponerte una bata cómoda, fumar tu pipa y leer una novela policíaca o de misterio, eso es ser verdaderamente feliz...

—Me temo que estén equivocados —intervino el francés—, tienen que admitir que no hay nada mejor, para ser verdaderamente feliz, que los brazos de una mujer hermosa... después de haber comido... ¡Eso es verdadera felicidad!

—Pues no... —habló por fin el cubano, que había estado callado todo ese rato, escuchando a los demás—, verdadera felicidad es que abran la puerta de tu casa a patadas y que el Servicio de Seguridad te diga: "Pedro González, estás arrestado”. Tu los miras con toda calma desde tu cama y les dices: "Lo siento, pero Pedro González vive al lado”. ¡Eso es verdadera felicidad!

La mayoría de nosotros nunca ha experimentado ese tipo de temor. Aunque todos estamos sujetos a diferentes fobias, la mayoría vivimos en una paz relativa. Nos queremos imaginar, en algunos casos, lo que significa tener miedo... y otras veces hacemos todo lo posible por poner el miedo fuera del alcance de nuestra mente. El temor en la actualidad es una realidad latente en cada uno de nosotros. En su libro Los temores con los que viven los hombres , Selma Hirsh nos dice que:

Todos estamos plagados de temores; nadie está excepto de ellos. En lo que diferimos el uno del otro es en la extensión en la cual los mismos se posesionan de nosotros: en el grado de nuestra conciencia de los mismos y en las extrañas cosas que hacemos debido a los mismos...

Algunos... se aferran frenéticamente a sus prejuicios para evitar una confrontación con sus temores. Otros tratan de acallarlos por medio del alcohol o de mitigarlos por medio de acciones criminales o delincuentes. Algunos incluso intentan esconderlos tras trastornos físicos. Algunos sucumben a sus temores y pierden la razón.

Otro autor, Ardy Friedberg, nos dice:

El temor resulta, al menos, en dos dimensiones. La dimensión concreta es específica y representa una amenaza directa de crimen violento hacia la persona que tiene temor. La segunda dimensión, o temor sin fundamento, es de naturaleza diferente... Es una ansiedad no existente acerca de algún problema misterioso y no identificado, un sentido de incomodidad que afecta a la mayoría de las personas en un momento u otro. Este temor sin forma es un sentimiento difuso, un sexto sentido, que nos informa que no estamos completamente a salvo en nuestro ambiente, sea cual fuere—hogar, escuela, vecindario, o cualquier otra parte de la comunidad o de el campo.

Como quien dice todos tenemos miedo o temor de algo o de alguien. Algunas veces ese temor es infundado pero otras veces tiene sus motivos honestos para que lo experimentemos. Quizás tu vivas sin temor, pero no todos comparten tu misma situación. Te podrías preguntar: "¿Qué o de qué es que la gente tiene miedo?" Ardy Friedberg en su libro América Tiene Miedo nos dice que, según las estadísticas en este país cada hora ocurren 3 asesinatos, 12 violaciones forzadas, 63 robos, 73 asaltos a mano armada, 450 atracos (ya sea violación de privacidad o robos), 900 robos de objetos pequeños tales como billeteras o carteras, 128 robos de automóviles. Friedberg nos informa que se comete una fechoría cada dos segundos, con un total aproximado de 1800 crímenes cada hora, haciendo un total de 43,000 actos criminales cada día.

Entonces hay razón por la cual tener miedo, ¿no crees? Este mundo cada vez está más pervertido y nos da más motivos para tener miedo. Cada día hay más necesidad de ponerle otro candado más a la puerta. Cada día vemos con más recelo y con más desconfianza a los desconocidos en la calle. Como nunca antes podemos decir que "caras vemos, corazones no sabemos”.

Esta realidad estaba también presente en los días del apóstol Juan. Dios vio que era necesario, tanto para sus días como para los nuestros, que nos diese una palabra de ánimo ante esta situación:

En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

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