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Summary: El desafío que Jesús nos presenta requiere personas ordinarias para un trabajo extraordinario.

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EL PODER DEL DESAFÍO

Mateo 14:13-21

Introducción:

Quizás usted haya escuchado sobre el poder de las palabras. O a lo mejor haya escuchado de la energía positiva. O del poder del pensamiento positivo. Muchas personas andan en busca de todo lo que es positivo puesto que esto les sirve de estímulo para sus vidas.

Hoy quiero que aprendamos sobre el poder del desafío. Desafío significa provocar, retar, incitar a una competencia personal. Hay muchas personas que no le agradan los desafíos porque le temen a lo desconocido o porque se sienten demasiado ineptos para enfrentar lo que está por delante. Muchas veces los desafíos no son bien recibidos porque las personas están bien en su zona de comodidad y están satisfechas con lo que tienen.

Por otro lado, hay personas que aman los desafíos y los riesgos. Hay un programa de TV que se llama “Fear Factor.” (El factor temor) En este programa a los competidores se les pone un premio el cual pueden ganarse. Pero para obtenerlo tienen que pasar por una serie de pruebas psicológicas para vencer el miedo. Este programa esta diseñado para enseñar a la gente que participa, que un desafío demanda esfuerzo y perseverancia.

Transición: En cierta ocasión Jesús puso delante de sus discípulos un gran desafío que no requería ningún tipo de prueba psicológica, sino fe. Leamos el pasaje en Mateo 14:13-21

El desafío que Jesús nos presenta es totalmente diferente. Es un desafío que requiere personas ordinarias para un trabajo extraordinario, personas imperfectas para cumplir con el propósito de Dios. En eso radica el poder del desafío que Jesús pone a nuestra iglesia.

Este es el escenario del texto: Jesús acababa de recibir malas noticias sobre su primo Juan el Bautista quien había sido decapitado. Era un momento difícil para el Señor y necesitaba tiempo para hacer duelo, tiempo para aclarar muchas cosas que seguramente estaban en su mente y corazón. Jesús necesitaba un tiempo para estar a solas con el Padre.

La multitud escuchó de lo que había sucedido a Juan, pero no mostró simpatía hacia Jesús. Lo de Juan era de poca importancia. Por esa razón cuando ven a Jesús cruzar al otro lado del mar sin pensarlo, le siguen a pie por la orilla. Debieron ir a tal velocidad que al parecer llegaron antes que él.

Al llegar al otro lado Jesús se da cuenta que necesita enfocarse nuevamente en el propósito de Dios. Al salir de la barca ve una gran multitud y en medio del luto personal Jesús hace lo que ninguno de nosotros haría: Poner la necesidad de los demás por encima de la suya. Todos tenemos problemas, en todas las iglesias encontraremos más de una situación que nos agota y consume nuestras fuerzas.

Todos los que integramos la iglesia del Señor somos seres humanos redimidos por la gracia de Dios. Pero lo que mantiene a una iglesia en la vía correcta, aun a pesar de los problemas, es el desafío que Dios nos ha puesto por delante. – Hch. 1:8

Por esa razón, después de hacer su parte, Jesús se dirige a los discípulos y les desafía a hacer la suya (v.15-16). Esto trae a mi mente la dinámica de la vida de la iglesia. Cuando los miembros ven que la gente comienza a llegar se entusiasman, pasan al frente, allí lloran, prometen y por unos cuantos domingos son los primeros en llegar temprano, durante el culto ni siquiera van al baño.

Pero cuando ven que el pastor ha aceptado un desafío de parte de Dios para la iglesia la cuestión cambia y un pánico se apodera aun de los más entusiastas y dicen: “pastor, Cómo vamos a hacer, no hay presupuesto, todavía debemos la renta del templo, los diezmos han bajado considerablemente.” Y a partir de allí el desafío que debía empujarnos se convierte en una preocupación que nos detiene.

Aquí vemos que los discípulos empezaron a preocuparse cuando vieron que Jesús no despedía a la gente, que la hora era demasiado tarde, que no había ni siquiera un McDonal. Entonces, se acercan a Jesús y le sugieren que despida a la gente.

Pero Jesús no les hace caso sino que les desafía con estas palabras: “No tienen necesidad de irse; dadle vosotros de comer.” Los discípulos vieron el problema y no el potencial que tenían, se quejan diciendo: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.” –¡Señor es imposible! – Y eso es exactamente lo que hacemos nosotros.

Nos enfocamos en los problemas y no en nuestro potencial, nos quejamos a Dios porque somos una iglesita así de pequeñita y pobrecita, que no tiene recursos, nos quejamos por no tener dones para servir, por no tener recursos, así que en conclusión lo mejor es dejar que las personas se vayan con las manos vacías.

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