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Summary: El Espíritu Santo es poder para testificar, promesa cumplida, señal de victoria y don de Dios.

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Un día mi padre llegó del trabajo, se puso una ropa vieja para hacer tareas de limpieza y arreglos en la casa. Es decir, se puso aquella playera desgastada y con uno que otro hoyito, y esos pantalones manchados de pintura, su gorra descolorida y unos tenis viejos, y se puso a pintar los protectores de herrería de las ventanas del frente de la casa.

En un momento dado, un hombre que buscaba trabajo se acercó y preguntó si se encontraba la señora de la casa, mi padre sin saber cuál era el asunto, llamó a mi mamá y cuando ella salió, este hombre ofreció sus servicios. Antes de que mi mamá respondiera, mi padre, que había escuchado, le dijo al señor: No gracias, no necesitamos. El señor, al ver la apariencia de mi padre y sin saber de quién se trataba, le respondió irritado: “¡Oiga Señor, usted no se meta en esto!”

Mi madre, le aclaró al desconocido que el hombre que le había agradecido el ofrecimiento era su esposo y el Señor de la casa. Entonces, aquel hombre se sintió muy mal por haber increpado a mi padre y pidió disculpas mientras se retiraba apenado.

Quizá te ha sucedido algo así, que por no saber o conocer con quien estás tratando, cometes imprudencias o caes en confusiones bochornosas. Cuán vital se vuelve saber quién es la persona con quien interactúas o estás tratando.

En nuestra relación con Dios, nos puede ocurrir algo parecido, como lo que ocurrió a ciertos discípulos de los cuáles nos habla el capítulo 19 del libro de Hechos.

El apóstol Pablo llegó a la ciudad de Éfeso y allí se encontró a un grupo como de doce discípulos y les hizo una pregunta importante: ¿Recibieron el Espíritu Santo cuando creyeron? Y la respuesta de estos hombres es sorprendente: “No, ni siquiera hemos oído hablar del Espíritu Santo”. Esta era una situación fuera de lo común.

Cómo era posible que estos hombres ya entrados en la fe cristiana, no hubieran oído hablar del Espíritu Santo. Por supuesto, en la historia, el apóstol les presenta al Espíritu Santo.

Pero me temo que esto no sólo pasó alguna vez en la historia, sino que puede estar ocurriendo ahora mismo en el contexto de la iglesia contemporánea.

Quizá hoy mismo, ante la pregunta ¿Quién es el Espíritu Santo? Tengas una respuesta insegura o quizá te quedes en silencio. Incluso, quizá tu respuesta sea semejante a la de los hombres de Éfeso. Y es que como veremos, conocer al Espíritu Santo es de vital importancia para todo creyente.

Por esta razón, este mes en la nueva serie de sermones “El Ministerio del Espíritu Santo”, estaremos considerando el libro de Hechos, con un énfasis especial para notar la persona y obra del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia desde el principio. para que no nos confundamos, o ignoremos acerca de lo que la Biblia nos enseña de la tercera persona de la Trinidad que es tan importante para todo creyente.

El libro de Hechos es la segunda parte del evangelio de Lucas, es decir estos dos libros están conectados en su historia. Aunque es conocido tradicionalmente como “Hechos de los Apóstoles” sería más preciso decir que se trata de los Hechos del Espíritu Santo que vino sobre la iglesia a raíz de la obra de redención completada de Jesús.

En su texto encontramos cómo ese pequeño grupo inicial de seguidores de Jesús, cumplió la encomienda dada por Cristo de llevar el evangelio más allá de ellos y de esa manera, llegando hasta nosotros.

Y desde el principio del libro podemos notar lo central que sería el Espíritu Santo para la iglesia del Señor Jesús.

En el primer capítulo de Hechos, encontramos una de las últimas conversaciones que Jesús tuvo con sus discípulos antes de ascender al cielo:

Hechos 1: 4-8,

“Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: —No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado: Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo. Entonces los que estaban reunidos con él le preguntaron: —Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel? —No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre —les contestó Jesús—. Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”

Las instrucciones de Jesús para sus discípulos fueron que no se salieran de Jerusalén porque algo extraordinario iba a ocurrir: serían bautizados con el Espíritu Santo. La tercera persona de la trinidad vendría sobre ellos.

Ellos estaban todavía un poco confundidos, pues pensaron que eso sería el fin de las cosas ¿ya vamos a Reinar contigo? ¿Restablecerás el Reino a Israel? ¿Este será el final feliz de la película? Pero Jesús les contesta que la decisión en cuanto la hora y momento de eso, está bajo la autoridad del Padre. Pero mientras eso ocurría tendrían una misión: Ser testigos.

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