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Summary: Proposición: El conocimiento de Dios es el más grande peligro para el hombre cuando no es asimilado (practicado) en nuestras vidas para la gloria de Dios.

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El Conocimiento de Dios Asimilado (Primera parte)

FUNDAMENTOS DE LA FE CRISTIANA

Proposición: El conocimiento de Dios es el más grande peligro para el hombre cuando no es asimilado (practicado) en nuestras vidas para la gloria de Dios.

Versículo clave: Mateo 15:20

Creí; por tanto hablé (Salmo 116:10). ¡Cuán rápidamente hablamos de lo que no creemos en realidad! Hay una gran tentación en nuestras vidas, una vez que hemos entendido la Biblia, de estar satisfechos con un conocimiento superficial y sin una fe real en la doctrina. Es muy fácil entender algo, pero muy distinto poseerlo y ser poseído por él. No creamos haber entendido correctamente la Palabra de Dios si no hemos llegado a gustarlo, por medio del Espíritu Santo, hasta el punto en que decimos haberlo experimentado. Nuestras palabras deberían salir de este tipo de experiencia de fe. La experiencia de la fe desemboca en palabras que a su vez llevan a las acciones.

Imagínate que este edificio está ardiendo. Tu convicción te llevaría a una acción rápida, y todo el tiempo estarías gritando: ¡Fuego, Fuego! Esto es lo que el Salmista está diciendo. Él cree, y por lo tanto, habla. Es tan fácil hablar de Dios, ¿verdad? Pero el que conoce a Dios no sólo habla la verdad; cree la verdad y lo asimila en su vida.

¿Qué significa asimilar la verdad?

Cuando alguien asimila la verdad, o lo practica, lo llamamos justicia, o hacer lo que es justo. Cuando uno lee la Biblia, ve que dice: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio." Si entonces va a donde su amigo y le habla de Cristo, es una persona justa. Está practicando la verdad y haciendo lo correcto. Pero si digo que estoy de acuerdo y que la Biblia es la verdad, pero no hablo a mi vecino de Cristo, mi doctrina puede ser correcta, pero soy injusto porque no estoy viviendo la verdad. Podemos decir lo mismo de todas las doctrinas bíblicas. Cristo nos dice: "Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré" (Juan 14:14). Entonces, ¿oramos? Dios dice del justo que "en la ley de Jehová está su delicia y en su ley medita de día y de noche" (Salmo 1:2). ¿Nos saturamos con la Palabra de Dios? ¿Estamos practicando la verdad?

El peligro de escuchar sin hacer

El peligro en el estudio de la doctrina y de Dios es que seremos rápidos para oír la Palabra de Dios, rápidos para conocerla y reconocerla, pero no llegamos a abrazarla ni hacerla. Veamos unos versículos:

· Santiago 1:22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.

· 1 Juan 3:18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

Por ejemplo, decimos que creemos que Dios está en control. Estamos de acuerdo con esta doctrina. Decimos creerla. Sabemos de muchos otros versículos que hablan de ella. Decimos que sería una necedad no creer que Dios está en control. Pero al mismo tiempo, cuando llega la tragedia, nos preocupamos. Cuando llegan las interrupciones, nos frustramos y nos enfadamos. Cuando nos acusan falsamente tenemos amargura contra esa persona. Decimos que Dios está en control pero no lo creemos realmente en nuestras vidas. O decimos que Dios es bueno. Podemos enseñar una clase sobre la bondad de Dios, pero cuando algo malo sucede, dudamos de Su bondad y nos preguntamos cómo pudo dejarlo ocurrir. Decimos que Dios contesta la oración, pero apenas nos encontramos orando. Decimos que debemos meditar en la Palabra de Dios, pero aunque conocemos de Su Palabra, nos encontramos llenándonos con la comunicación del mundo. Conocemos bien las noticias del día, las de aquí cerca y las del otro lado del mundo, pero ¿podemos citar los Diez Mandamientos? ¿Podemos recordar las Bienaventuranzas? Así que decimos que amamos la Palabra de Dios, pero no la amamos de verdad, sino que la conocemos de forma superficial. Demostramos que somos sólo oidores.

Todo este conocimiento nos vacuna contra la verdad. Escuchamos una y otra vez sin la llenura del Espíritu Santo, y rechazando la obra del Espíritu en nuestro corazón, nos convencemos de que es suficiente con sólo escuchar la verdad. Pero entonces comenzamos a creer que la Palabra de Dios es monótona, impotente y familiar. Al leerla ya no nos deja ninguna impresión. No es una delicia ni nos hace ninguna ilusión, sino que lo vemos como una responsabilidad penosa. El Espíritu es apagado y nos convertimos en robots inteligentes con vidas superficiales.

A la luz de todo esto, déjame repetir mi proposición antes de ver nuestro texto:

Proposición: El conocimiento de Dios es el más grande peligro para el hombre cuando no es asimilado (practicado) en nuestras vidas para la gloria de Dios.

Ahora miremos nuestro texto en Mateo 5. Aquí el Señor habla a Sus seguidores y compara la justicia superficial y plástica a la que nace de una profunda convicción de que Dios es verdad. Esta convicción se manifiesta en una vida que refleja la gloria de Dios. Veamos nuestro texto:

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