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Summary: DIOS vio que la maldad del hombre era grande en la tierra, y que toda imaginación de los pensamientos de su corazón era sólo maldad continuamente (Génesis 6:5). Las palabras de su boca son maldad y engaño.

DIOS ODIA A LOS MALVADOS

"El Señor prueba al justo, pero su alma odia al malvado y al que ama la violencia" (Salmo 11:5)

Los siguientes versos fueron extraídos de las Santas Escrituras (NKJV):

DIOS vio que la maldad del hombre era grande en la tierra, y que toda imaginación de los pensamientos de su corazón era sólo maldad continuamente (Génesis 6:5). No hay temor de Dios ante los ojos de los malvados. Se halaga a sí mismo a sus propios ojos, cuando descubre su iniquidad y cuando odia. Las palabras de su boca son maldad y engaño; ha dejado de ser sabio y de hacer el bien. Inventa la maldad en su cama; se pone en un camino que no es bueno; no aborrece el mal (Salmos 36:1-4). Ay de los que idean la iniquidad y hacen el mal en sus camas; cuando la mañana es clara, la practican, porque está en el poder de su mano (Miqueas 2:1). Que ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo; y no améis un juramento falso. Porque todas estas cosas son las que yo aborrezco, dice el Señor" (Zacarías 8:17).

Sus pies corren hacia el mal, y se apresuran a derramar sangre inocente (Proverbios 1:16); sus pensamientos son pensamientos de iniquidad; el desperdicio y la destrucción están en sus caminos. No han conocido el camino de la paz, y no hay justicia en sus senderos; se han hecho caminos torcidos; quienquiera que tome ese camino no conocerá la paz (Isaías 59: 7-8). La destrucción y la miseria están en sus caminos, no hay temor de Dios ante sus ojos (Romanos 3:16-18). Habéis hecho peor que vuestros padres, cada uno sigue los dictados de su propio corazón malvado, para que nadie me escuche. Por eso os echaré de esta tierra a una tierra que no conocéis, ni vosotros ni vuestros padres servís a dioses ajenos día y noche, donde no os mostraré mi favor (Jeremías 16:12); aunque conocían a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus pensamientos, y su necio corazón se oscureció (Romanos 1:21). El malvado, por la soberbia de su rostro, no buscará a Dios: Dios no está en todos sus pensamientos (Salmo 10:4).

Os digo que quien mira a una mujer para codiciarla ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros, pero si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:10). Las armas de nuestra guerra no son carnales, sino poderosas a través de Dios para derribar fortalezas; derribando imaginaciones y toda altivez que se alce contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo (2 Corintios 10:4-5). Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús (Filipenses 2:5), de que murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Corintios 5:15).

Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con el que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados), y nos resucitó juntamente, y nos hizo sentar juntos en los lugares celestiales en Cristo Jesús (Efesios 2:4-5), Por eso dice: "Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará". Mirad, pues, que andéis con diligencia, no como necios sino como sabios, redimiendo el tiempo, porque los días son malos. No seáis imprudentes, pero entended cuál es la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disipación; antes bien, sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y haciendo melodías en vuestro corazón al Señor (Efesios 5:14-19).

Por lo tanto, no hay ahora ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús, que no caminan según la carne, sino según el Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:1-2). Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del espíritu es vida y paz, porque la carne es enemistad con Dios, pues no está sujeta a la ley de Dios, ni puede estarlo (Romanos 8:6-7). Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu que habita en vosotros. Por lo tanto, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir según la carne. Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis (Romanos 8:12-13). Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios, pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para temer, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: "Abba, Padre". (Romanos 8:15). De la misma manera, el Espíritu también ayuda en nuestras debilidades, pues no sabemos por qué debemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con un gemido que no puede ser pronunciado (Romanos 8:26).

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