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Summary: Estudio de la parábola de la cizaña.

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De misterios y otras cosas

A pesar que vivimos en el siglo de la ciencia y la tecnología aún existen misterios que van más allá de nuestra comprensión. A pesar que somos una sociedad racional y lógica, existen aún aspectos de nuestro universo y de nuestro planeta que no logramos comprender totalmente. Entre esos misterios encontramos algunos conocidos comúnmente y otros un tanto ignorados.

Entre los más conocidos tenemos, por ejemplo, el Monstruo de Loch Ness. Según cuentan se trata de una serpiente prehistórica quizás que habita en un lago en Escocia. También tenemos el Abominable Hombre de las Nieves, o Yeti, que supuestamente habita en los montes Himalayas. Incluso las pirámides de Egipto son un misterio, lo mismo que las ruinas mayas.

Entre los más raros están, por ejemplo la Explosión en Siberia. Según está registrado una explosión 10 veces más poderosa que la bomba atómica que destruyó a Hiroshima sacudió a Siberia el 30 de Junio de 1908. Algunos testigos reportaron haber visto un pilar de fuego o una especie de nube en la forma de un hongo. No hay ninguna manera de explicar tal explosión. En 1927 científicos soviéticos encontraron el lugar—la devastación cubría 800 millas cuadradas—y se dice que no había evidencia que un meteorito haya causado la explosión. Otras causas posibles sugeridas por los científicos: una coalición entre la tierra y antimateria del espacio, pero ¿cómo fue que la antimateria pudo atravesar la atmósfera terrestre? Un cometa, pero no se vio ninguno. Otra posible explicación es un rayo láser lanzado desde otro planeta. Aleksander Kazantsev, un metalurgo ruso e ingeniero de armamentos piensa que la explosión fue causada al chocar una nave espacial dirigida por seres extraterrestres en un viaje de reconocimiento en la tierra.

Entre los fenómenos absurdos está el que ocurrió el 5 de mayo de 1786. Después de seis meses de sequía, un fuerte viento oriental trajo una enorme cantidad de huevos negros a la ciudad de Port-au-Prince, Haití. Algunos de los huevos fueron preservados en agua y al otro día nacieron unos como renacuajos.

El ranchero Salvador Targino de João Pessoa, en Brasil, reportó una lluvia de frijoles en su propiedad en el estado de Paraíba a principios de 1971. Las autoridades agrícolas locales especularon que el viento trajo los granos de frijol desde el África. Targino hirvió los frijoles pero resultaron muy duros para comer.1

Todos estos han sido fenómenos difíciles de explicar. En este planeta tenemos misterios que van desde el Triángulo de las Bermudas hasta el misterio de los calcetines en la lavadora. ¿Te has fijado como, no importa lo que hagas, pones un par de calcetines en la lavadora y solamente sale uno? Y no importa lo que hagas, siempre se desaparece uno solo. ¿Por qué nunca se desaparecen los dos? He tratado hasta esos artefactos de plástico para unirlos antes de ponerlos en la lavadora, pero el resultado es siempre el mismo. Alguien ha sugerido que todos esos calcetines perdidos se convierten en ganchos para ropa, por eso siempre hay ganchos de más.

Además de estos misterios, tenemos los misterios en el mundo espiritual. San Pablo habla, entre otros, del misterio de la adopción como hijos de Dios (Rom 11:25); el misterio de la resurrección (1 Cor 15:51); el misterio del Evangelio (Efe 1:9); el misterio de la fe (1 Tim 3:9); el misterio de la piedad (1 Tim 3:16); y el misterio de la iniquidad (2 Tes 2:7).

De estos misterios el que más nos inquieta es el último, el misterio de la iniquidad. El pecado con todas sus implicaciones y consecuencias no es otra cosa que un misterio. Con esto no me estoy refiriendo únicamente al origen y existencia de diablo, sino al origen y existencia del mal, cualquiera sea la forma que tome. Encuentro que con frecuencia nos engañamos culpando al diablo, Belcebú, Lucifer, Satanás, Belial, Chamuco o como le queramos llamar, por el pecado. Es cierto, el pecado es un misterio y Lucifer es identificado en la Biblia como en quien se originó el pecado. Pero si Dios destruyese al diablo habría cientos de nosotros que podríamos tomar su lugar y hacer un trabajo mejor que el que él ha hecho.

Es porque el misterio de la iniquidad tiene que ver directamente contigo y conmigo que quisiera que lo estudiásemos. Creo que la parábola del trigo y la cizaña nos presenta este misterio de la iniquidad en su marco más amplio:

Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino el enemigo y sembró cizaña entre el trigo y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De donde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno con lo otro hasta la ciega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en el granero (Mateo 13:24-30).

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