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Summary: El crecimiento es una confirmación de estar en una verdadera relación con Dios.

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Cuando era niño, para el verano, mi familia pasaba una buena temporada en la playa. Y la casa de mis padres en la playa se encontraba muy cerca de unas instalaciones donde se organizaban campamentos cristianos.

Así que cuando había campamento, me pasaba todo el día allí en las actividades y sólo iba a mi casa, básicamente, a comer y a dormir. Recuerdo que, en la noche, después de las actividades, los jóvenes tenían un tiempo de juegos organizados hasta que llegaba la hora establecida para ir a dormir.

Como niño, veía a los jóvenes estar tan divertidos jugando que mis compañeros y yo queríamos integrarnos a los juegos, pero no nos lo permitían. Nos decían, “ustedes todavía son muy pequeños, esto es para los jóvenes”. Y nos teníamos que conformar con ver cómo los jóvenes se divertían y la pasaban muy bien.

Recuerdo que pensaba: “Cómo me gustaría que pasen rápidamente los años y crecer para ser un joven para poder jugar como ellos”. Pero los años en ese entonces, como que pasaban muy lentamente, casi en cámara lenta, y seguía yo anhelando crecer para ser un joven.

Pero inexplicablemente, llegó un punto en el que la vida se aceleró a velocidad turbo, y cuando me di cuenta, ya pasaron varias décadas, ya hasta suegro soy y ya no es mi ilusión ir a un campamento (de hecho me dicen el grinch de los campamentos).

Ese niño de mi pasado, no contaba con la realidad impostergable del crecimiento. No tenía que preocuparse o inquietarse por acelerar el paso de los años para llegar a cierta edad. Era cuestión de tiempo, por el simple hecho de estar vivo y saludable, iba a crecer y así pasó mi niñez, mi adolescencia, mi adultez temprana, media y ya nos seguimos perfilando a la siguiente fase de la vida. Lo que está vivo y saludable, simplemente crece.

Algo similar podemos esperar en el campo de nuestra relación con Dios. Si hay vida verdadera en Cristo, existe también la expectativa de crecer en Cristo. Y en nuestra nueva serie de sermones: Creados para Crecer, estaremos explorando algunos asuntos y temas relacionados con el crecimiento de nuestra relación con el Señor. Un verdadero cristiano no puede quedarse estancado con nulo crecimiento en su vida. Un verdadero creyente, crece. Lo que está vivo y saludable, crece.

Hoy comenzamos nuestra serie considerando un pasaje muy hermoso en 2 Pedro 1.

En este pasaje encontraremos dos realidades importantes de nuestro crecimiento. Primero, encontraremos la PROVISIÓN de Dios para el crecimiento y segundo hablaremos de nuestra PARTICIPACIÓN en el crecimiento.

Como todo en la vida, el crecimiento proviene de Dios y parte de Dios. El crecimiento no podía ser la excepción. Así que consideremos primero, la provisión de Dios para el crecimiento.

1 Pedro 1:3-4 dice: Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina.

Los que somos padres, cuando tuvimos a nuestros hijos por primera vez en nuestros brazos, estoy seguro que una pregunta que nunca nos hicimos a manera de preocupación fue: ¿Y qué tal si mi hijo nunca crece? ¿Qué tal si se queda para toda su vida como un bebecito? Estoy seguro que no te quedabas sin dormir, preocupado por si tu hijo no crecería. No te levantabas angustiado a media noche a medirlo para ver si había aumentado o no un milímetro.

¡No! No lo hicimos, ni siquiera fue una preocupación esa. Asumimos que esto se daría de manera necesaria y natural. Mientras estuviera bien nutrido y cuidado, nuestro bebé venía ya preparado con todos los programas prestablecidos para crecer. No tuvimos que forzarlo u obligarlo a crecer. Ya venía, de por sí, listo para crecer.

El apóstol Pedro, nos está diciendo algo similar en estos primeros versículos. Nos está diciendo que juntamente con el llamado que el Señor ha hecho a sus hijos, viene incluida la capacidad de crecer. Dios, desde que nos llama nos da todo lo que necesitamos, de antemano, para crecer.

Notemos la provisión de Dios para nuestro crecimiento según estos versículos.

Primero dice que Su divino Poder… nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Otras versiones traducen esto de “vivir como Dios manda” como “la vida y la piedad”, “una vida plenamente piadosa”, “una vida de rectitud”. Es decir, se está refiriendo a una vida que se vive en el amor y el temor al Señor, que se vive ante el rostro de Dios todo el tiempo.

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