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Summary: Fuerza sin piedad es debilidad.

Estábamos en un campamento juvenil y era el partido final de una actividad deportiva femenil que era una especie de balón-mano pero el gol se anotaba tirando con la pelota un muñeco de madera que estaba en la portería.

Los dos mejores equipos estaban disputándose la final. Recuerdo que uno de los equipos tenía a las mejores jugadoras del campamento; eran atléticas, altas y muy ágiles. Yo pensaba que ese equipo sería el ganador. El otro equipo tenía jugadoras normales que se esforzaron por dar una buena pelea.

Al final, como el marcador quedaba empatado, se decidió que todo se definiría con una serie de tiros penales. Y ahí es donde la emoción ya estaba al mil por ciento.

Fueron pasando una por una de ambos equipos y seguía empatado. Todas las jugadoras tiraban fuertemente el balón y fallaban o si bien tiraban el muñeco, la siguiente inmediatamente volvía a empatar. En fin, estaba no apto para cardiacos.

Finalmente, llegó el momento del último tiro y la jugadora que iba a cerrar toda la ronda era una señorita que la habían metido al juego porque no había nadie más, no era de las deportistas, no se le veía gran actitud atlética; recuerdo haber pensado, ya estuvo, ya perdimos.

Pero ella pasó, tomó el balón, y a diferencia de todas las demás que tiraban al vuelo el balón directamente, ella nada más hizo rodar por el suelo el balón hacia el muñeco. El balón comenzó a dirigirse hacia el objetivo lentamente (cómo que todo estaba en cámara lenta) y a penas le dio un golpe leve en la base. El muñeco comenzó a tambalearse de un lado a otro suavemente, pero siguió moviéndose por varios segundos; todos estábamos a la expectativa siguiendo con los ojos los movimientos oscilatorios del muñeco, hasta que por fin lentamente cayó de lado y todos en las gradas gritamos de emoción. Había un nuevo campeón. La persona con la menor habilidad deportiva es la que dio el triunfo al equipo.

Esto pasa a veces, y nos sorprende. Pues lo que esperamos normalmente es que las personas más habilidosas, más talentosas, más dotadas, más preparadas sean las que logren grandes cosas en la vida.

Pero, creo que también hemos comprobado en la vida diaria, que si bien hay grandes ventajas en tener la fuerza, la habilidad, el talento, la destreza, la inteligencia, estas cosas por sí solas, no garantizan logros grandes en la vida.

Todos hemos conocido personas que tenían todo lo necesario para trascender en la vida (recursos, talento, habilidad, fuerza, relaciones) pero luego, nos enteramos que solo quedaron en buenas intenciones y expectativas, pero muy pocos avances concretos.

En los pasajes que estaremos reflexionando hoy, en nuestro último sermón de la serie: Corazones errantes, encontraremos, precisamente esto en el personaje del libro de Jueces que consideraremos.

Veremos a alguien que tenía todo para ser un santo caudillo del pueblo de Dios, con bendiciones envidiables para realizar su tarea para la gloria del Señor, pero que por faltarle el ingrediente más básico en el reino de Dios que es un corazón piadoso, sí cumplió propósitos divinos, pero manchados por la deshonra y vergüenza que vienen de tener un corazón errante que tiene motivaciones impías en vez de la gloria de Dios.

En la vida de Sansón veremos que la Fuerza sin piedad es debilidad. Podrás tener toda la fuerza del mundo, todas las habilidades, todas las competencias, todas las inteligencias, todos los talentos, pero si tu corazón carece de piedad, de temor del Señor, de un sincero sometimiento a la Palabra de Dios, de una confianza plena en la voluntad y propósito del Señor, de una lealtad y compromiso solo con Su gloria, entonces, serás una persona muy fuerte por fuera, pero muy débil por dentro como Sansón. Fuerza sin piedad es debilidad.

Por tanto, Busquemos siempre ser piadosos antes que habilidosos. Busquemos ser obedientes antes que ser bibliotecas teológicas. Busquemos ser dependientes de su gracia antes que orgullosos de nuestros logros. Busquemos amar su Palabra antes que ser ágiles en debatir sobre ella. Busquemos tener un corazón que no sólo haga cosas para Dios, sino que sea de Dios.

Un ejemplo muy claro de esto que estamos hablando lo encontramos en la vida de un personaje famoso en la cultura judeo-cristiana llamado Sansón. Todos hemos oído historias sobre Sansón y su gran fuerza.

Ciertamente, Sansón era muy fuerte por fuera, pero muy débil por dentro. Y hoy me gustaría que exploremos brevemente las dinámicas de su corazón. La historia de Sansón se encuentra en el libro de Jueces, de los capítulos 13 al 16. Consideraremos algunos versículos de estos pasajes.

Es importante mencionar que Sansón vivió al final de una de las épocas más grises del Pueblo de Dios. Como hemos visto este mes en el libro de Jueces, en ese tiempo, después de la Conquista y el asentamiento en la tierra prometida, el pueblo de Dios comenzó a desviarse del buen camino.

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