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Summary: ¿Cómo llegar a la experiencia de la verdadera libertad? El programa de liberación de Cristo quiebra nuestra servidumbre tanto a la carne como al diablo. Nadie puede ser esclavo y libre a la vez. Nadie puede servir a dos señores a la vez.

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Cómo llegar a la experiencia de la verdadera libertad

Romanos 6:1-23

Introducción

¡Libertad! Son muchas las personas que han abandonado todo en busca de ella. Son muchas las personas que han luchado y muerto por defenderla, otros han tomado nuevos rumbos, enfrentando los peligros que sean por mantenerla.

¡Libertad! Todos queremos tenerla. La Biblia nos dice que fuimos creados para disfrutarla a plenitud, para no conformarnos con menos. Sin embargo, allá en el tiempo del cual no tenemos registro, excepto el que nos dan las Escrituras, el hombre perdió su libertad. Canjeó su libertad por la esclavitud.

La libertad que había conocido y experimentado bajo el gobierno de Dios se redujo a un sueño rodeado de una terrible pesadilla. Aquella habilidad con la que Dios nos dotó para satisfacer los anhelos de nuestro corazón de manera que siempre fuéramos agradables a Él, se distorsionó. Y aunque éramos libres buscábamos la libertad en forma equivocada.

Fue así que nos volvimos esclavos, sometidos a deseos que nos alejan más y más de Dios, quien amorosamente nos creó libres para servirle. Los rastros de aquel sueño original todavía se ven latentes en las vidas de los seres humanos. Allá en lo profundo de nuestro ser anhelamos poseerla a plenitud. Pero nunca lo lograremos fuera de Dios.

Transición:

En el capítulo 6 de Romanos, Pablo reconoce estos hechos y evalúa la libertad del creyente basándose en la obra del Señor Jesús. Para ello Pablo propone la siguiente pregunta: ¿Cómo llegar a la experiencia de la verdadera libertad? Para cual propone dos respuestas. Veamos las respuestas que nos da.

1. A través de un despertar del corazón para ver lo que tenemos en Cristo (v.1-5)

Toda experiencia en la vida de los ciudadanos del reino, tiene que haber sido alcanzada por medio de un despertar del corazón humano a la luz de la Persona y la obra del Señor Jesús.

Nuestro crecimiento y madurez espiritual será alcanzado en la medida que nuestro corazón se abre para explorar el camino de la fe en Cristo, no para saber, sino para obedecer.

1.1 El creyente debe saber que su experiencia de conversión lo une a Cristo en su muerte (v.1-3)

En los últimos versículos del capítulo 5 Pablo ha hecho un planteamiento controversial. Pablo se adelanta para decirle a los que piensan que se puede pecar deliberadamente (ya que la gracia de Dios es más grande que el pecado) que Dios, en nuestra experiencia de conversión a Cristo, no solo puso nuestros pecados sobre Él, sino que también nos puso a nosotros mismos.

Dicho en otras palabras, el que dice ser cristiano debe haber experimentado una unión espiritual profunda con el Señor Jesús. Ahora bien, no hablamos de una “fusión”, como algunas sectas enseñan, sino de una unión en donde nuestra personalidad y naturaleza humana se mantienen aisladas de la personalidad y naturaleza divina. Es decir, no llegamos a ser dioses, ni a ser como Dios, sino a ser de Dios.

Por eso el que ha muerto con Cristo ha muerto al pecado y ya no puede volver a vivir como si todavía estuviera esclavizado a él. Reflexionemos por un momento: ¿Qué significa morir al pecado? ¿Significa que estamos muertos al pecado de la misma manera que un cadáver carece de respiración? Así como un cadáver es incapaz de aspirar aire, ¿son incapaces de pecar los cristianos?

Claro que no. El apóstol no nos está diciendo que un creyente no puede volver a pecar. Al hablar de la muerte al pecado Pablo se está refiriendo a una separación o ruptura en una relación más que una extinción del pecado. Así nuestra muerte en Cristo debe conducirnos a una ruptura con todas las relaciones que antes teníamos con el pecado. Pero esta ruptura no es “definitiva” en el sentido que no pecaremos jamás. Lo que Pablo quiere dejar por sentado es que ya no podemos tener al pecado como un estilo de vida que nos gobierna.

El creyente que sabe lo que tiene en Cristo es aquel que se encamina hacia lo eterno y lo verdadero.

1.2 El creyente debe saber que su experiencia de conversión lo une a Cristo en su resurrección (v.4-5)

En la experiencia de conversión hay una incorporación del creyente a la nueva vida de manera que, así como Cristo, el cristiano ha logrado una victoria sobre el pecado en el mismo momento que se asocia a Cristo por la fe. Por eso la proclamación del versículo 5 es contundente y segura: “En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección” (NIV)

La resurrección de Cristo, operada por el Espíritu Santo, es extensiva a sus seguidores. Por eso en el capítulo 8 versículo 11 leemos: “Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes” (NVI)

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