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Summary: Dios quiere revelar a su Hijo Jesús porque sólo la revelación de Jesús puede llevar al hombre a una vida bendecida y enriquecida.

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Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca.

Dios quiere revelar a su Hijo Jesús a todo el mundo porque sólo la revelación de Jesús puede llevar al hombre a una relación con Dios. Esta revelación nos lleva a ser bendecidos, felices, dignos de envidiar. (AB)

La bendición no está en el estado del hombre (Ej. Riqueza, pobreza), como muchos han tratado de definir la bendición. Esta es una forma de pensar carnal porque la revelación de Cristo sobrepasa, por mucho, cualquier elemento material de este mundo.

La palabra bienaventurado (Gk. makarios) quiere decir “plenitud de vida” en Cristo. Esto habla de la condición interior del hombre y no de las circunstancias externas del mismo. Hay bienaventuranza cuando la vida de Dios se puede expresar y manifestar a través de nosotros. Quiere decir que el ser bienaventurado es lo que es el hombre por medio de Cristo y no lo que el hombre puede recibir por medio de Él. Claro, que por ser lo que es el hombre en Cristo, todo lo demás lo recibe por añadidura, pero no al revés.

Esta realidad se recibe sólo por revelación. Paul Trulin dijo: “Revelación es el Espíritu enseñándonos verdad. Nos lleva más allá de la línea del conocimiento de los sentidos. La revelación de Cristo no nos llega por medio de ninguna de nuestras facultades naturales; es una revelación de las cosas de Dios dada por el Espíritu Santo en nuestro espíritu. Sólo cuando sucede esto es que vemos y conocemos la realidad de Cristo viviendo en nosotros. La revelación continua es esencial para el hombre espiritual.”

Hay tres condiciones para llegar a ser bendecidos en la forma como Dios quiere:

1. ...el que lee (Presente, activo, participio) – Gk. anaginosko – Lit. ana – de nuevo; ginosko – conocer.

Esta palabra quiere decir literalmente conocer de nuevo o conocer con certeza. ¡WOW! Una cosa es leer públicamente, otra cosa es saber o conocer certeramente lo que se lee.

Esta realidad cambia por completo el concepto que hay de leer la Palabra. El Señor está diciendo a través de Juan que la primera condición para ser bienaventurado es conocer con certeza Su Palabra. 2 Tim. 2:15

Aquel que lee la Palabra de Dios debe conocerla con certeza para que pueda llevar bendición a los que la oyen. Usualmente se le da importancia a los que oyen y deben hacer lo que oyen, pero el Señor está diciendo aquí que el que la lee, debe conocerla en una forma tal que produzca en los oyentes el que la oigan y la guarden.

Dios quiere bendecirnos en formas inimaginables, pero tenemos que empezar por conocer la Palabra de Dios con certeza. Deuteronomio 6:4-9; 11:18-25

El modo del verbo leer es participio. Esto es sumamente importante porque esto quiere decir que es una acción continua, algunos le llaman presente progresivo. El conocer de la Palabra de Dios no puede ser un evento o una experiencia de algunas veces. El leer o conocer con certeza tiene que ser un proceso continuo donde ella se va apoderando y sometiendo todos los sentidos del ser humano a Su voluntad. 1 Corintios 2:12-13

Somos bienaventurados cuando la Palabra es el centro de nuestra vida y la leemos con certeza. Salmos 1:1-2; Josué 1:8

2. ... los que oyen las palabras de la profecía - (Presente, activo, participio) – Gk. akuo – oír.

El oír del que se habla se refiere al oír que corresponde a la revelación en su forma de apropiación. Usualmente el ser humano oye y puede olvidar lo que oye. El oír que el Señor habla es aquel que se refiere al oír espiritualmente, no al oír con el sentido auditivo natural.

El oír que estamos hablando se refiere a la revelación que recibe el espíritu al escuchar la Palabra de Dios. Es bienaventurado todo aquel que oye con su espíritu y no con sus oídos.

Para poder oír con el espíritu tiene que haber Palabra de Dios porque para que el mensaje pueda llegar, ambas partes (emisor y receptor) tienen que hablar el mismo lenguaje. Romanos 10:17; Marcos 4:23; Mateo 11:15; 13:9; Lucas 8:8; Apocalipsis 3:6, 13, 22; 13:9.

Ilustración de experiencia de la resurrección de Lázaro. Juan 11:1-44

No es oír cualquier cosa, es oír las palabras de la profecía. Profecía – Gk. propheteia.

Esta palabra denota la (a) habilidad de declarar la voluntad de Dios; (b) la proclamación, y (c) la predicción.

Usualmente las personas la relacionan sólo con la tercera. Cuando hablamos de las palabras de la profecía, estamos hablando de las Palabras de Dios para declarar Su voluntad, para proclamar la revelación y buenas noticias de Cristo y la predicción de eventos futuros que sólo Dios conoce.

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