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Summary: Ministrar te conecta con Dios y la Iglesia

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La Respuesta a sus dones: Ministrar

Intro: Hemos estado considerando estas semanas una serie de sermones que le hemos llamado: La respuesta ADAMI. ¿Qué es esto? Bueno…ADAMI es una palabra inventada, que más bien es un acróstico que resume 5 acciones que como Iglesia hemos escogido para mostrar nuestro compromiso con Dios.

Queremos ser discípulos ADAMI. Discípulos de Jesús caracterizados por ADORAR, DIEZMAR, APRENDER, MINISTRAR E INFLUIR. Con esto no queremos decir, que estas acciones son las únicas que un creyente debe practicar o que son una especie de receta para el éxito automático. Sencillamente, hemos escogido enfocarnos en estas 5 acciones para mostrar nuestra fe. Y al practicarlas con regularidad, nos beneficiamos de sus bondades porque nos ayudan a avanzar en nuestra relación creciente con Jesucristo.

Adorar…¿A qué culto de la iglesia estoy asistiendo regularmente? Diezmar ¿Estoy diezmando fielmente? Aprender ¿Dónde me estoy aprendiendo regular y sistemáticamente de la Palabra de Dios? Ministrar ¿Dónde estoy sirviendo en la comunidad? Influir ¿Qué esfuerzos intencionales estoy haciendo para guiar a otros a una relación creciente con Cristo?

Hoy abordamos la cuarta letra de nuestro acróstico ADAMI que corresponde a Ministrar. Quizá cuando oyes la palabra ministrar te suena un poco raro. Realmente es una palabra que se usa bastante en el ambiente eclesiástico. Pero cuando hablamos de la palabra ministrar, estamos hablando básicamente de Servir. Es decir, ministrar es todo servicio que se hace para Dios y su Reino. Es todo esfuerzo, trabajo o acción emprendida para que más personas inicien o avancen en una relación creciente con Cristo. Cuando hablamos de ministrar nos estamos refiriendo a todos aquellos servicios que la gente presta y que son necesarios para que la iglesia cumpla su propósito: ser una comunidad que glorifica a Dios guiando a las personas a una relación creciente con Cristo.

Ese ministrar sucede no sólo los domingos, sino también entre semana. Los entrenadores del club de básquetbol, por ejemplo, están haciendo algo más que sólo dirigir ejercicios…están ministrando. Los líderes de grupos pequeños están ministrando. Los que están en el coro están ministrando. Los músicos que ensayan durante la semana están ministrando. Los consejeros están ministrando. Los involucrados en G413 o Mundo S están ministrando.

Los domingos también sucede el ministerio. Los que visitan enfermos en la clínica esperanza están ministrando, los que dirigen la adoración, los músicos, los que reciben en la puerta, los diáconos, los que preparan los alimentos para el descanso, los maestros de grupos pequeños dominicales, los que enseñan a los niños…en fin, todos los que hacen que las cosas sucedan…están ministrando.

Y es que insistimos en el ministrar no sólo porque sin la participación de toda la gente involucrada no sería posible lograr el objetivo, sino también porque ministrar es de gran bendición para los que quieren crecer en su relación con Cristo. Porque Ministrar te conecta con Dios y con la iglesia.

Quizá has venido por poco tiempo y no te sientes parte de lo que está pasando. O bien, has venido ya por un tiempo y te cuesta relacionarte…sientes que falta algo. Quizá tienes años de ser cristiano y tu relación con Dios se ha enfriado. Continúas viniendo a la iglesia siguiendo la inercia de la costumbre, pero estás muy pendiente del reloj preocupado por terminar el ritual e irte a algo realmente importante para ti. Quiero decirte que por tu propio bien…necesitas ministrar, porque Ministrar te conecta con Dios y con la Iglesia.

Déjenme les platico un poco de mi propia historia. Como algunos saben, nací y crecí en un hogar cristiano. En los años de la adolescencia temprana cuando comenzaron mis luchas personales con la fe…Es decir, cuando comenzaba el proceso de hacer mía y personal la fe que mis padres me enseñaron, alguien me invitó a tocar guitarra para que los niños cantaran los domingos en la noche. De allí, otra persona me invitó a participar en un coro cristiano llamado jubal, con el cual cantábamos casi cada semana en diferentes lugares (Iglesias, parques, cárceles…) y estuvo allí como por 10 años. En ese grupo compartía el ministerio con un hermano que Dios usó poderosamente para desafiar mi vida e impulsarme a crecer en mi relación con Cristo. Ese hermano, ahora es miembro de esta iglesia y siempre estaré agradecido a Dios por su vida y cómo influyó positivamente en mi relación con Dios. En mi juventud participé en varios niveles del servicio a Dios en distintas actividades y posiciones. De alguna manera u otra, al mirar atrás puedo ver que siempre experimente crecimiento en mi vida y mi fe precisamente dentro del contexto del ministerio. Porque el Ministrar te conecta con Dios y con la Iglesia.

Porque esta es una gran verdad, la Biblia nos insta una y otra vez a involucrarnos en el ministerio del pueblo de Dios. Uno de esos pasajes lo encontramos en 1 Pedro 4:10-11

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