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Summary: El Espíritu Santo es la garantía de nuestra identidad como Hijos de Dios

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Identidad Garantizada

Intro: Por alguna razón que todavía no acabo de comprender, muchas personas me confunden con mi hermano. A veces, llego a algún lugar y una persona se me queda viendo como si lo conociera buscando mi mirada y sonriéndome, le devuelvo la sonrisa…normalmente me dicen: “buenos días doctor”. Les respondo: “buenos días”.

De recién casado y a penas cuando nos mudamos a nuestra casa, un vecino tempranito fue a verme y me dijo: “Disculpa, tuve una noche muy mala. Algo me cayó mal en el estómago…¿Qué puedo tomar?” le dije: “Cuando estoy en esa situación tomo tal y tal medicamento”. A lo que contestó: ¿Pues no eres doctor?”…y tuve que hacer la aclaración que tantas veces he hecho.

El otro día, fui a la clínica esperanza y estaba saliendo cuando me detuvo una agente de medicinas y me dijo: “¿Qué pasó, Por qué no me saludas?” Le contesté: “¿Qué tal?” y antes de que me comenzara a hablar de cosas y personas que desconozco, le tuve que decir… “Disculpe…creo que me está confundiendo con mi hermano”. Apenada contestó: “Están igualitos”

Aunque según algunas personas mi hermano y yo estamos “igualitos” y la gente nos confunda a veces, no soy mi hermano, ni mi hermano es yo. Créanme, si es la hora del parto, no querrán que yo esté allí para atenderles, aunque esté “igualito” a mi hermano.

Y por si a alguien le queda duda tengo la evidencia: “Mi credencial”. Este documento oficial es la garantía de mi identidad. No soy Rubén Madera, soy Wilbur Alberto Madera Rivas. Dice cuando nací y donde vivo. Aunque no me parezco ya mucho al joven de la foto, este documento garantiza mi identidad; es un testimonio de quién soy ante todas las personas.

Cómo creyentes, como personas en una relación creciente con Cristo, ¿Qué es lo que garantiza nuestra identidad como hijos de Dios? ¿Cuál es el sello de autenticidad que nos asegura que Dios nos ha aceptado como hijos? ¿Cuál es esa “credencial” que garantiza nuestra identidad como adoptados por el Padre Celestial? En pocas palabras, ¿Cómo se que Dios me ha aceptado como su Hijo? ¿Cómo se que pertenezco a la familia de Dios?

Algunos enseñan erróneamente cosas como las siguientes:

1. La Salud. Algunos dicen que el sello de que eres hijo de Dios es que tengas salud. Enseñan que Dios no puede permitir que sus hijos se enfermen. Por lo tanto, si estás enfermo eso quiere decir que Dios está a disgusto contigo. Pero la Biblia no enseña esto. La enfermedad es algo que experimentamos aun hoy como una circunstancia del mundo caído y que no acabará por completo sino hasta que regrese el Señor Jesucristo. Mientras tanto, Dios usa inclusive la enfermedad para moldearnos, para forjarnos a la imagen de su Hijo.

2. La prosperidad. Otros hablan de la prosperidad económica como la señal de ser hijo de Dios. Los hijos del rey no pueden vivir en la pobreza, sino como príncipes y princesas. Si eres pobre, dicen, es por tu falta de fe. Pídele a tu padre el rey y el te dará abundantemente. Cabe mencionar que a penas a llegado a Mérida un movimiento fuerte de esta naturaleza y es importante estar alertas en contra de estas mentiras.

3. Una vida sin problemas. Aun algunos otros piensan que la muestra de que son hijos de Dios es que tengan una vida fácil, suave y sin complicaciones. Creen que la señal de que Dios está con nosotros es no tener problemas. De tal manera que si tengo muchos problemas es porque Dios no está conmigo- piensan.

Si bien es cierto que Dios trae sanidad física a nuestras vidas, y también Dios nos bendice materialmente y con una vida tranquila. Estas condiciones no son la garantía de nuestra identidad. No son nuestra credencial para decir, Dios es mi Padre con toda seguridad. De hecho, la Biblia enseña que estas cosas también la experimentan aun algunas personas que no conocen a Dios. El Salmo 73 reporta el sentir de Asaf cuando vio que los injustos prosperaban, estaban sanos y tenían una vida tranquila a pesar de vivir en rebelión contra Dios. Ninguna de estas cosas es la garantía de nuestra identidad como hijos de Dios.

Entonces…¿Cuál es esa garantía? ¿Cuál es esa señal de que somos hijos de Dios?

En Romanos 8, el apóstol responde directamente a esta pregunta…El versículo 9 dice: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”

Es importante hacer dos aclaraciones. Primero, cuando la Biblia usa la palabra “carne” con una connotación negativa, no se está refiriendo al cuerpo. A veces la gente se confunde pensando que la Biblia tiene una perspectiva negativa acerca del cuerpo humano porque una mala interpretación de los textos donde se menciona la palabra carne en este sentido. Cuando dice carne en este contexto, se está refiriendo a la naturaleza pecaminosa; a los deseos hacia lo malo, lo que desagrada a Dios, hacia el pecado. Lo segundo es que cuando hablemos a partir de ahora del Espíritu Santo, nos estamos refiriendo a la tercera persona de la trinidad. Es decir, a Dios..Espíritu Santo. No nos estamos refiriendo al espíritu del creyente sino a la persona del Espíritu Santo que viene a morar en los creyentes en Jesucristo.

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