Hebreos 4
Reposo De Dios Y Del Creyente
1Por tanto, temamos, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.
2Porque en verdad, a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva, como también a ellos; pero la palabra que ellos oyeron no les aprovechó por no ir acompañada por la fe en los que la oyeron.
3Porque los que hemos creído entramos en ese reposo, tal como El ha dicho:
“NO ENTRARAN EN MI REPOSO”,
8Porque si Josué les hubiera dado reposo, Dios no habría hablado de otro día después de ése. 9Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios. 10Pues el que ha entrado a su reposo, él mismo ha reposado de sus obras, como Dios reposó de las suyas. 11Por tanto, esforcémonos por entrar en ese reposo, no sea que alguno caiga siguiendo el mismo ejemplo de desobediencia.
Poder De La Palabra De Dios 12Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. 13Y no hay cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Jesús, El Gran Sumo Sacerdote 14Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. 15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. 16Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.