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Influye Series
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Nov 30, 2009 (message contributor)
Summary: Dios te ha colocado estratégicamente para que influyas en pro del Reino.
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Influye
La serie de sermones de este mes se ha llamado “Actívate” porque hemos estado hablando de 5 maneras que podemos practicar para activar nuestra fe. Hemos usado el acróstico ADAMI para recordarlas con facilidad. A estas alturas seguramente ya las pueden repetir: Adorar, Diezmar, Aprender, Ministrar e Influir. Hoy abordaremos la quinta y última letra de nuestro acróstico: Influir.
En el Antiguo Testamento, en el libro de 2 Reyes en los capítulos 6 y 7, se narra una interesante historia de una ocasión cuando la ciudad amurallada de Samaria fue sitiada por los Sirios. Los Sirios pusieron su campamento enfrente de Samaria de tal manera que nadie podía entrar ni salir. El hambre era tal que comenzaron a escucharse de historias como estas, por ejemplo, de dos mujeres que tuvieron tanta hambre que acordaron comerse a sus hijos. Un día, una dio a su hijo para el almuerzo y al día siguiente, la otra que había pactado hacer lo mismo, se echó para atrás. A tal grado llegaba la desesperación del pueblo hacia el interior de las murallas.
Fuera del muro de la ciudad habían cuatro leprosos, que se dijeron entre sí: “No tiene caso tratar de entrar a la ciudad porque moriremos por el hambre que hay en ella. Quizá si vamos al campamento de los Sirios y ellos nos perdonan la vida, pues viviremos”. ¡No tenían nada qué perder! Así que decidieron arriesgarse a ser ejecutados por los Sirios.
Cuando llegaron al campamento Sirio, notaron que no había nadie. Lo que había pasado, es que Dios había hecho escuchar un gran estruendo como un gran ejército acercándose. Los Sirios pensaron que los israelitas habían contratado a algún ejército mercenario y que venían en grandes multitudes a acabar con ellos. Así que entrando en pánico, los Sirios huyeron despavoridamente y con premura tratando de salvar sus vidas.
Los leprosos entraron a una tienda y comieron y tomaron ropas y se saciaron. Estaban muy alegres, celebraban y estaban gozando. Estaban como reyes cuando de pronto un pensamiento vino a su mente: “No está bien esto que estamos haciendo. Hoy es día de buenas noticias y nosotros no las estamos compartiendo”. Así que fueron y anunciaron las buenas noticias de la victoria de Dios sobre sus enemigos. Aunque con un poco de desconfianza al principio, el pueblo comenzó a venir. Y al final de cuentas, ese día en verdad fue de “buenas noticias” porque todos comieron, se saciaron y estuvieron felices.
Estos hombres reconocieron que las buenas noticias no son para quedártelas tú solo, sino por definición, las buenas noticias son para compartirse. No hacemos bien cuando nos quedamos callados y es día de buenas noticias.
Por eso como iglesia queremos enfatizar la importancia de “influir”. Es decir, hacer llegar más allá de nosotros las mejores noticias que jamás alguien pueda escuchar. Queremos que con nuestras vidas y palabras, las personas a nuestro alrededor comiencen una relación creciente con Cristo.
Si hemos recibido las buenas noticias del amor de Dios en Jesucristo, entonces es nuestro gozo y privilegio influir en pro del Reino de Dios. Ahora bien, quizá pensarás que esto es algo complicado o muy difícil. Pero nuestro Dios es tan maravilloso que él se ha encargado de prepararnos para esta tarea y de colocarnos en el entorno de vida apropiado justamente para que compartamos las buenas noticias. Este día sal de aquí convencido que: Dios te ha colocado estratégicamente para influir en pro de Su reino.
Esta convicción llenaba el corazón del Apóstol Pablo. Este hombre que había decido acabar con los que creían en Cristo, pensando que era una misión que Dios le había encomendado, cuando conoció las buenas noticias, cuando conoció a Jesucristo, su vida dio una cambio radical de dirección. De perseguidor pasó a ser perseguido por compartir con todas las personas las buenas noticias. Habiendo entendido que Dios le había colocado y preparado para esta tarea a través de todo lo que había vivido, su formación, sus habilidades y rasgos característicos, el expresa su corazón y misión en un pasaje en 1 Corintios 9:19-23.
Pablo declara en el versículo 19 de 1 Corintios 9: “Aunque soy libre respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos como sea posible”
Dice Pablo “soy libre respecto a todos” porque él era un ciudadano romano. El no había comprado su ciudadanía, él había nacido como ciudadano. En la providencia de Dios, siendo de judío de raza y religión, había nacido con los derechos que le procuraba y garantizaba el imperio romano. Esto era una gran ventaja. El podía moverse libremente por todo el imperio y ejercer en dondequiera sus derechos como ciudadano de roma. Esto los demás apóstoles no lo podían hacer por no ser ciudadanos. Pero Dios, había colocado estratégicamente a Pablo, desde su nacimiento, para que influyera usando esta bendición especial, en pro del Reino.