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Summary: Los tesoros más bellos del mundo son las relaciones humanas y divinas que cultivamos. El regalo más bello que podemos dar a otro ser humano es nuestro tiempo y afecto.

Carpe diem Aprovecha el día

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (Juan 1:11)

26 de diciembre de 2010

Todos conocen el refrán “No apreciamos lo que tenemos hasta perderlo”.

Esto sucede con mucha frecuencia durante la Navidad, causando estrés y depresión.

El corre corre y el afán por comprar el regalo perfecto, por preparar el plato o biscocho perfecto, por encontrar el vestido o terno perfecto, muchas veces nos priva de lo más importante en nuestras vidas; las relaciones humanas y divinas.

Es una pena que solamente cuando la muerte se acerca a nuestras puertas, aprendemos a valorar de las relaciones que nos quedan. Con esta lección, y por no muy largo tiempo, apreciamos y aprovechamos del poco tiempo que tenemos con nuestros seres queridos, porque relativamente son pocos nuestros días en este mundo. Por eso debemos aprovechar el día y no dejar que se escapen esos momentos claves en nuestras vidas.

Ese es el ideal. Pero me impresiona la forma en que, sabiendo que la vida es frágil y momentánea, ponemos más énfasis en las cosas materiales, en lo temporal, que en las personas que son importantes para nosotros:

Por ejemplo, le invito a que se ponga en los zapatos de las siguientes personas:

Nieto al abuelo en casa de ancianos: “Abuelo, hoy no puedo visitarte porque tengo que comprar y empacar regalos de Navidad.” A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron

Miembro de iglesia al pastor: “Pastor, mañana no voy a la iglesia porque estoy cansado… he trabajado toda la semana. Además, voy de fiesta y estaré trasnochado.” Póngase en los pies de Dios. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron

Hija a madre en el hospital: “Mamá, hoy no puedo visitarte porque tengo que arreglar el arbolíto de Navidad.” A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron

Padre a Hijo en finales de un campeonato: “Hijo, no puedo estar en tu juego de béisbol ya que es durante horas de trabajo y tengo reunión con un cliente muy importante”. ¿Qué está diciendo el padre? Que el cliente es más importante que el hijo.” A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron

En cada uno de estos escenarios, una persona está diciendo a la otra que tiene algo más importante que el o ella.

La vida es corta y frágil. No podemos asumir que el abuelo, la mamá, el hijo, o aun la iglesia, estarán con vida el día de mañana. Si, a veces las iglesias también mueren por falta de compromiso.

¿Cuántas veces no hemos escuchado “que me den rosas en vida.” Sin embargo, ponemos a las personas más queridas en segundo plano, debajo del consumerismo, razonando que “ellos sabrán entender y perdonar.” Este es nuestro razonamiento, hasta cuando la persona querida se nos va de este mundo. Cuando dejamos escapar el momento, no hay forma de volver al pasado.

Carpe diem es una frase en latín que significa “aprovecha el día”, o “no dejes para mañana lo que debes hacer hoy.” Eso me ha dicho mi esposa Margarita siempre (la verdad que soy lento para aprender) pero confieso que ahora me siento mejor haciendo las cosas cuando me piden y sirviendo al prójimo como si lo hiciera para el mismo Señor Jesucristo.

Siempre he admirado la relación de Margarita con su madre. Desde que nos casamos, casi todos los días la llamaba por teléfono para saludarla. Y cuando mis suegros se regresaron a Grecia, durante los últimos 15 años, a las 10 de la mañana cada sábado, Margarita estaba hablando con su madre por teléfono.

Doy gracias a Dios porque lo mismo veo con mi hija Sophia. Ella no llama a su madre cada día, pero lo hace por lo menos unas cuatro veces a la semana y también conmigo. Especialmente cuando Margarita está fuera del país por largo tiempo.

Una de las cosas que lamento es que no hice suficiente esfuerzo por mantener contacto con mi madre. No fue mi costumbre. ¡Qué daría hoy por escuchar sus palabras, siempre llenas de cariño!

Cuando dejamos escapar el momento, no hay forma de volver al pasado. Cuando no hacemos espacio para compartir momentos especiales con nuestros seres queridos, estamos diciendo “no eres tan importante.” En otras palabras, “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.”

Admito que soy lento, pero he aprendido la lección: “No apreciamos lo que tenemos hasta perderla” pero no voy a cometer el mismo error dos veces. Aun tengo a mi padre con vida, y en mi corazón he decidido aprovechar del poco tiempo que nos queda.

Carpe diem: Hoy estoy aprovechando de los días o años que le quedan a mi viejo. Ahora hago un esfuerzo intencional para no perder la costumbre de mantener contacto con mi padre. Cuando conversamos solamente una vez a la semana, mi padre se pone triste. Converso con el dos o tres veces a la semana por Skype (gloria a Dios que mi padre no ha dejado que la edad le impida aprender el uso de la nueva tecnología.)

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